Ningún gobierno llega a su término en buenas condiciones, ni aquí ni en ningún otro país del mundo. Siempre es grande el déficit e inexistente el superávit que resulta cuando se hace el balance de cualquier administración pública, no solamente en términos financieros, sino también en materia social, económica y política.
La regla es que los saldos sean desfavorables, y solamente de manera excepcional se han dado casos de gobiernos que culminan su mandato con números a favor. México siempre ha formado parte del grupo de los países con gobiernos salientes ampliamente deficitarios en varios renglones… y la administración de Enrique Peña Nieto no escapará a esa regla.
El último tramo del sexenio, doce meses exactos a partir de hoy (bueno, del viernes pasado), no será muy distinto a los difíciles años que lo precedieron, algunos de ellos pésimos. Más que una recta final a la manera de las carreras de velocidad, lo que le espera al presidente de la República será lo más parecido a un campo minado y cuesta arriba.
La seguridad ha sido el talón de Aquiles en los primeros 5 años de gobierno, y todo parece indicar que lo seguirá siendo en el último. El presidente Enrique Peña Nieto heredó de la administración de Felipe Calderón un saldo trágico de más de 60 mil muertos violentamente. Pero no sólo eso, heredó también un país hundido en la inseguridad y la violencia. “Y nada permite suponer que Peña Nieto podrá detener la violencia y reinstalar la seguridad en el país, aun cuando introduzca un cambio de estrategia contra la delincuencia organizada y desorganizada”, advertimos en noviembre del 2012, un mes antes de la toma de posesión de Peña. Y así fue.
El viernes pasado, en su mensaje a la Nación, con motivo de sus cinco años de gobierno, el presidente señaló: Desde el inicio, sabíamos que garantizar la tranquilidad de la ciudadanía en todo el territorio nacional era, y es, una tarea que exige corresponsabilidad entre Poderes y órdenes de Gobierno. Por ello pusimos en marcha una política de seguridad basada en la coordinación, la suma de esfuerzos y la articulación de capacidades. Gracias al trabajo coordinado y corresponsable, en los primeros tres años de esta Administración se registró una importante reducción de los delitos. Lamentablemente, y hay que decirlo, esta tendencia se ha venido revirtiendo y ello se explica por diferentes razones, como la disparidad de capacidades entre instituciones locales y Federales, y la falta de un marco legal adecuado y acorde a la nueva realidad. Señalar las carencias de las fuerzas policiacas locales no significa desentendernos del problema; sino, por el contrario, admitamos con ello que el reto es compartido.
Por esfuerzos no ha parado el presidente Peña Nieto, pero la herencia envenenada de Felipe Calderón sigue causando estragos.
AGENDA PREVIA
Los “políticos de café”, como calificó el senador Arturo Zamora al grupito de priistas que criticaron y se rasgaron las vestiduras por el “dedazo” presidencial y amenazaron con “mocharle el dedo” al presidente de la República, recularon y se pusieron de alfombrita al candidato José Antonio Meade. Anunciaron que apoyarán al elegido y se la van a jugar con él. ¡Lo que hace la necesidad por un hueso!
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