Por segunda vez en tres meses el canciller Luis Videgaray volvió a retratar ayer a José Antonio Meade como el hombre de Estado que el país necesita, justo en la antesala de que el presidente Peña elija al candidato del PRI a la Presidencia.
En el texto de hace dos días me preguntaba si las declaraciones del canciller perfilando a Meade como un “hombre de Estado completo” y que “sabe cómo se gobierna México porque ha sido protagonista”, eran la versión peñista del “no se hagan bolas” de Carlos Salinas en el 94, ante las presiones de Manuel Camacho, entonces Comisionado de Paz en Chiapas, y la volátil candidatura de Luis Donaldo Colosio.
Los encendidos elogios de Videgaray, con anuencia o no del presidente –creo en lo primero– pueden revelar otro paso adelante en la apuesta del canciller por convencer a Peña de hacer candidato a Meade, pasando por encima del secretario de Gobernación Miguel Angel Osorio Chong, a quien algunas encuestas ubican en un empate técnico con Andrés Manuel López Obrador.
O pueden ser una muestra de la dimensión de las tensiones que el presidente ya enfrenta alrededor de la decisión más complicada en todo su gobierno. Una decisión de la que dependen su futuro, el del PRI y también de las reformas estructurales, el trofeo de su gobierno.
Las presiones le vienen a Peña de todos lados. Desde los flancos de batalla de los dos aspirantes en la recta final –Osorio y Meade– pasando por otros que tienen que ver con la disputa por el poder dentro del partido fundado por Calles.
Un grupo respetado de priistas y ex líderes del partido advertían como ejemplo de los riesgos internos de división los golpes entre distintos grupos de poder en el intento de favorecer o golpear la candidatura de Meade o de Osorio.
Este grupo de priistas influyentes cree que detrás de Ivonne Ortega, quien se separó de la diputación federal para lanzar su candidatura a la Presidencia, están el ex presidente Salinas y otros priistas viejos e influyentes, con la abierta intención de frenar la candidatura de Meade.
Osorio y su equipo también encuentran en algunas notas de prensa recientes, una embestida orquestada contra Osorio.
Meade por su parte, pasado el ciclo del presupuesto, parece haberse desplazado de la instrucción que le dio a sus colaboradores de continuar trabajando como siempre y sin distraerse con su posible candidatura y va a todos los foros a donde se le invita para hablar de consensos políticos y de cómo la economía ha crecido durante treinta trimestres consecutivos; se ha dejado abrazar por auditorios de empresarios o de servidores públicos, o como ayer por los embajadores de otros países destacados en México.
La sucesión presidencial está desatada y los golpes ya están fuera de la mesa. El presidente no podrá contener mucho más el destape. Columna anterior: El tándem Videgaray-Meade (3)