Además del 8 de marzo, el pasado 11 de febrero también fue relevante, pues se celebró el Día Internacional de las mujeres y las niñas en la ciencia, lo traigo a colación dado que las ciencias forenses, que participan en la procuración de justicia, pertenecen al llamado grupo de conocimientos STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por sus siglas en inglés).
Al igual que en otros campos laborales las defensoras públicas, fiscales, juezas, policías y las forenses lidiamos con el sexismo, machismo y discriminación mientras hacemos trabajo de campo o de oficina.
Nuestros problemas van desde lidiar con una bata de laboratorio que no tiene abertura para meter las manos a los bolsillos (los fabricantes no se han enterado de que las mujeres también usamos pantalones), hasta situaciones más complejas como el acoso sexual, los techos de cristal o la desigualdad salarial.
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Para darles una idea le contaré una breve anécdota. Durante mi etapa de universitaria atendí conferencias y cursos, impartidos por especialistas en diversas materias. Uno de estos eventos tuvo lugar en las instalaciones de una Fiscalía y la figura protagonista era una eminencia en temas de criminalística. Dada su trayectoria había una gran expectativa entre las personas asistentes.
En un punto de la conferencia el especialista mencionó lo "problemático" que era trabajar en campo con mujeres peritos porque la menstruación entorpecía sus labores, ya sea porque les producía dolor y eso mermaba en su rendimiento o porque perdían tiempo buscando un sanitario que ellas pudieran utilizar para revisarse o cambiarse la ropa manchada.
En ese momento se escucharon algunas risas de los asistentes, aún recuerdo la cara de estupefacción de mis compañeras y también nuestra indignación. Cabe mencionar que en mi generación estudiantil 22 de 30 personas éramos mujeres. A ninguna de nosotras le causó gracia el comentario que, con intención de ser jocoso evidenció los estereotipos y desconocimiento de este tema.
Hoy hablamos más sobre padecimientos como la endometriosis; sé que hay miles de mujeres en esta área que hacen su trabajo maravillosamente porque el periodo no define nuestras capacidades como profesionistas. Existen mujeres admirables en la procuración de justicia que diariamente llevan a cabo labores física y emocionalmente desgastantes que además tienen la responsabilidad de ser cabezas de familia y participan en la crianza de sus hijas e hijos.
Si embargo, en aquel entonces intenté justificar lo ocurrido pensando que tal vez existía una mayor proporción de hombres laborando en mi futura área de trabajo. Creí que ante la poca presencia de mujeres en este rubro era comprensible que existieran ideas estereotipadas y erróneas sobre nuestra capacidad para llevar a cabo esas tareas.
Esta idea se reforzó cuando leí Post Mortem, la primera novela de Patricia Cornwell cuya protagonista, la Dra. Kay Scarpetta (personaje inspirado en la Dra. Marcella Farinelli antigua directora de medicina forense en Virginia) habla con uno de sus colegas sobre la discriminación que ha sufrido por parte de sus jefes.
El personaje secundario la consuela diciéndole que no es su culpa estar sometida a tanta presión sino que simplemente las altas expectativas y exigencias desiguales son resultado de que el ámbito forense es un mundo de hombres. Quizá eso era verdad en la época en la que se escribió el libro, pero de acuerdo con los datos esta realidad ha cambiado.
Artículos como el de Anna Barbaro evidencian la presencia mayoritaria de mujeres en las universidades estadounidenses donde se imparten carreras en ciencia forense. En la Universidad de Penn State ellas representan el 74% del alumnado mientras que en la Universidad de Texas la proporción de mujeres y hombres es 90:10 respectivamente. Las cifras son similares a las de la Licenciatura en Ciencia Forense de la UNAM.
Estos datos también son consistentes con nuestra realidad como país, donde de acuerdo con el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal y Federal 2022 del INEGI, 47.8% de las personas que trabajan en servicios periciales y medicina forense de la Fiscalía General de la República y de las Fiscalías Estatales son mujeres.
En el caso de las áreas de seguridad pública, policía ministerial, informática y prevención del delito entre el 60 y 74% del personal son hombres. Sabemos que vivimos en un país feminicida, pero necesitamos reflexionar profundamente sobre las violencias menos extremas pero igual de significativas que diariamente afrontamos las mujeres en los espacios educativos, comunitarios y de trabajo.
Identifiquemos las acciones y actitudes que pueden estar impactando en la decisión de elegir determinadas carreras u ocupaciones, particularmente en rubros que se consideran tradicionalmente masculinos, como la procuración de justicia. A través de estos ejercicios será posible impulsar la creación de espacios seguros y por ende la presencia de mujeres, personas LGBTQ+, personas afromexicanas e indígenas que enriquezcan la calidad de los servicios de procuración e impartición de justicia.
El presente y el futuro de la justicia en México también está en las manos de las mujeres. Hoy en día es un logro que nuestra presencia en instituciones de justicia esté casi a la par de nuestros compañeros, pero aún hay cosas que cambiar y luchas que efectuar. Lo más importante es que nosotras seguiremos abriendo espacios y rompiendo barreras. Llegamos aquí para quedarnos.
Por: Ana Naquid, Licenciada en Ciencia Forense por la UNAM. Maestra en Ciencia Forense y Ciencias del Crimen por el University College London. Twitter: @anamarnaqui