La paz terminó para San Miguel Totolapan, señalaron pobladores luego del asesinato de al menos 21 personas y dos heridas, según los datos de la Fiscalía; sin embargo, los habitantes de Guerrero contradicen la versión oficial y aseguran que son 23 las víctimas.
De camino a ese municipio olvidado y pobre de la región Tierra Caliente de Guerrero, los primeros filtros son los de las autodenominas policías ciudadanas.
La entrada al pueblo que ayer celebraba la fiesta patronal de San Miguel Arcángel, luce desolada. El poblado, ahora es un rincón semi vacío.
El asesinato a balazos de 21 personas en esta zona de la región, entre ellas el alcalde, su padre, cuñado, escoltas, tres funcionarios y civiles sin identificar qué provocó que familiares caben tumbas a marchas forzadas, para en algunos casos huir del lugar.
El rosa, verde y amarillo de las serpentinas de la Alameda Central frente al Palacio Municipal fueron cambiados por el color cobre de cientos de casquillos percutidos de 7.62 mm, conocidos como cuerno de chivo, que se encontraban entre los juegos mecánicos y el suelo.
Los indicios fueron recogidos por la Fiscalía General del Estado (FGE) a las 11:36 horas, 21 horas después de los hechos.
El secretario general del ayuntamiento, Fredy Vázquez Palacios señaló que en total había 21 muertos, una persona asesinada más de lo que el Gobierno Federal reportó esta mañana, pero la versión de las familias sostiene que en total son 23 las víctimas de la masacre que hoy empezaron a ser sepultadas.
“Estábamos en paz, aquí estaba tranquilo, realmente aquí no había algún tema de violencia”, relató Vázquez Palacios quien contó que sobrevivió al ataque al Ayuntamiento que duró aproximadamente 40 minutos porque se escondió en su oficina.
Encuentran cuerpo de un adolescente
Casi frente a la entrada principal al recinto municipal, en donde quedó el cuerpo de un adolescente de 15 años de edad, y Luis Martin Crescencio se encontraban dos militares.
El cortejo fúnebre de Martín, que salió de una cuadra de distancia del ayuntamiento, fue encabezado por niños y mujeres, quienes lo recordaron como “el paletero del pueblo”.
Martín es una de las doce víctimas que han sido identificadas hasta ahora, y que ya “tuvo cristiana sepultura”, dijo una de las vecinas.
Sin embargo, en las morgues de Iguala, hay al menos tres cuerpos que necesitan ser trasladados: “necesitamos helicópteros porque no todos son de aquí -las víctimas- algunos son de comunidades que están a 13 horas”, dijo el secretario.
El miedo impide que los pobladores quieran dar alguna declaración, los pocos que se atrevieron coincidieron en que: “tenemos miedo, aquí no hay seguridad, no podemos vivir así”, dijo al borde del llanto la señora Sandra, a quien le hemos cambiado el nombre.
Lo que era un pueblo tranquilo, desde hace cinco años, tras la desintegración de un grupo delictivo, volvió a llenarse de balas.
Para el medio día del jueves, las calles ya no estaban desoladas, ahora cientos de militares, marinos, Guardia Nacional, policías y personal de la FGE patrullaba las calles.
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