FUGA DE CEREBROS

Las mujeres del narco: ¿son víctimas o victimarias?

Emma Coronel, así como muchas otras mujeres que se involucran en el narcotráfico, son víctimas y victimarias de un sistema de violencia que parece no tener fin.

NACIONAL

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¿Hasta dónde llega la culpa de las mujeres en el narco? Foto: EspecialCréditos: Especial

Emma Coronel Aispuro fue detenida en 2021 en Estados Unidos, cuando su esposo, El Chapo Guzmán, ya había sido condenado a cadena perpetua tres años antes. Hoy en día, Emma está cumpliendo una condena de cuatro años en prisión; una sentencia reducida debido a que, durante el juicio, fue considerada una víctima más de su propio esposo.

Su relación se puede rastrear desde antes de que Emma cumpliera los 18 años, cuando él ya era considerado el capo más importante de México a los 50 años. Ella, había pasado toda su vida en una provincia que apenas superaba los 80 habitantes, ayudando a sus padres con varios cultivos (se acusa que entre ellos se encontraba la marihuana y la amapola). Esta diferencia de edad y poder ha dividido la opinión pública, respecto a si Emma es una víctima o una victimaria.

¿Cómo se involucran las mujeres en el narcotráfico? En el libro "Emma y las otras señoras del Narco" la autora Anabel Hernández considera a las parejas de los traficantes más famosos “objetos de participación activa”, esto quiere decir que pasan a ser una propiedad y posteriormente se convierten en cómplices. Esto les brinda el poder de violentar a otras personas en posiciones más vulnerables que las de ellas.

Según Hernández, ellas a cambio les proporcionan legitimidad, descendencia y acompañamiento emocional a estos grandes narcos. Además, al formar una familia con estos hombres humanizan su figura e incluso les sirve como defensa cuando se enfrentan a las autoridades, algo que se vio en los juicios del Chapo y Emma.

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¿Hasta dónde llega la culpa de las mujeres del narcotráfico?

Otro papel muy importante que cumplen es el de solapar las violencias machistas de sus esposos hacia otras mujeres, como la precarización laboral, el abuso sexual o el feminicidio. Esta posición de poder contrasta con la de otras mujeres involucradas en el narcotráfico, como las esposas de los agricultores de marihuana y amapola o las parejas de los narcos de menor rango.

Ellas, a diferencia de Emma Coronel y demás grandes señoras del narco, sufren de todas las violencias patriarcales, pero no reciben ningún beneficio. Mujeres como la esposa del Chapo hacen un intercambio entre los servicios antes mencionados y cosas como una vida de lujos, las ayudas en sus carreras profesionales o recibir un trato privilegiado ante la ley.

También debemos considerar la existencia de aquellas mujeres que desempeñan roles dentro del crimen organizado que suelen estar asociados exclusivamente a hombres. Tal es el caso de las mujeres sicarias o traficantes, que no funcionan como objetos trofeo para los hombres, pero siguen ejerciendo violencia sobre personas dentro y fuera de la estructura del narco.

Lo que termina pasando es que estas grandes señoras del narco se convierten en cómplices. Si bien en un principio pudieron haber empezado como víctimas, supieron cómo moverse en el sistema y sacar beneficios para sí mismas. De esta forma perpetúan un sistema en el que, otras mujeres y hombres sufren a diario de violencia, mientras ellas viven del botín sangriento. Este círculo de violencia no es algo que sea culpa únicamente de estas mujeres, sino que es propiciado por su entorno.

El sistema corrupto actual (como es la colusión entre el Estado y el crimen organizado, la errónea prohibición de las drogas, el castigo excesivo a delincuentes o la desigualdad económica) orilla a los individuos a recurrir a la estructura del narcotráfico. De esta forma adquieren tanto la posición de victimarios como de víctimas.
 

Por: Nadia Cruz (@NadiaAligh), Cris Fernández (@CrisFOrtiz) y Alecxaí Yllades de la Fuente (@AlecxaiY).