La televisión es un lujo y no hay internet, aunque los datos móviles se cuelan en dos colinas de la comunidad La Orejeta, Temascaltepec, al sur mexiquense. Por ello, padres de familia de 60 niños se alegraron por el regreso a clases, pues el modelo a distancia no es una opción y acusan que generó rezago escolar.
Enclavada en el bosque, algunas familias de esa localidad deben caminar casi una hora sobre una única brecha boscosa mezclada con riachuelos, para la educación de sus hijos del nivel preescolar, primaria y secundaria. Para otros niveles invierten más tiempo.
Félix González Escobar tiene una hija en el kínder y otro hijo que desertó del primer año de la universidad de la carrera de Mecánica, porque están incomunicados y le resultó difícil seguir las clases en línea sin internet.
Él, como otros 30 padres de familia, en el ciclo escolar pasado caminaban diario más de un kilómetro hacia dos colinas donde apenas llega la señal de celular; desde ahí enviaban las tareas; cuando no se podía, la maestra tenía que ir a la comunidad.
Desde la “lomita de la señal”, como se bautizó donde llegan los datos móviles, recuerda que la escuela ha querido contratar internet, pero la zona boscosa los tiene incomunicados. “Porque no hay otra forma de hacerlo; sólo cuando sale uno a Toluca o va uno a Tixca, pero en Tixca casi tampoco hay señal. Entonces a veces las maestras tenían que venir a recoger las tareas” declaró.
En La Orejeta viven 192 habitantes, de ellos, 60 son niños de cuatro a 15 años de edad. Ahí la COVID-19 no ha enfermado o matado a lugareños en casi 18 meses de la pandemia.
En la escuela rural a cargo de la Conafe (Consejo Nacional de Fomento Educativo) los papás admiten que no hay miedo al virus, pero sí respeto porque están a favor de que los niños regresen con cubrebocas y se apliquen protocolos sanitarios, como gel antibacterial y la sana distancia.
“La pandemia ha hecho que los niños se atrasen mucho”, lamentó Gabriela González, quien tiene cuatro hijos en la escuela.
dza