HIDALGO

Así fue cómo los policías sometieron a Betty en Hidalgo

Testigos describen la actuación contra doctora que había admitido su responsabilidad

NACIONAL

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La doctora llevaba en el auto un perro, una laptop y equipo antiCOVID. Foto: EspecialCréditos: Foto: Especial

Una policía la sujeto por la espalda, le hizo un “candado” con los brazos y la puso contra el automóvil. Beatriz empezó a forcejear para intentar librarse, ya alterada, pues no se había percatado del arribo de los oficiales. Así comenzó la intervención de los elementos de Progreso de Obregón que terminó con el traslado de la médica de 29 años al área de retención primaria –conocida como “barandilla”– donde horas después falleció, bajo custodia municipal. 

Con testimonios de testigos directos del actuar policial durante la detención y, previamente, del choque múltiple por impacto que involucró a cuatro automóviles, El Heraldo recrea cómo fue la detención de la doctora Beatriz Hernández Ruiz y la primera participación de los agentes de seguridad, hoy en prisión preventiva por su posible responsabilidad en homicidio culposo. 

A las 4:40 de la tarde del miércoles 9 de junio, el Seat Ibiza, gris, que manejaba la joven egresada del Instituto Politécnico Nacional (IPN) impactó por alcance con una camioneta pick up, modelo atrasado –de las que no están hechas sólo de fibra de vidrio, por eso el daño fue menor–, que estaba parada en el semáforo de la avenida Tito Estrada, rumbo al centro de Progreso. 

El Ibiza no se estrelló de lleno, sino que golpeó la llanta derecha y el neumático quedó salido. Por la fuerza, la camioneta se movió y le pegó a dos autos que estaba enfrente: un Sentra color vino, al que se le abolló la defensa, y otra pick up pequeña que trasladaba muebles y en la que viajaban dos personas atrás, en la batea. En esa secuencia ocurrió la carambola. 

“La banqueta de ese lado está amplia, entonces, cuando pega el Seat en la llanta derecha da una vuelta en 180 grados y queda la mitad en la banqueta y la mitad abajo, pero queda al revés”, contó una de las personas en el sitio, cuya identidad, al igual que el resto de voces que colaboran en este trabajo, se resguarda por seguridad y por su posible participación en el juicio. 

Él asegura que, tras la carambola, la doctora Beatriz se bajó –rengueando, auxiliada por un hombre, porque en la cabina de su auto se liberó la bolsa de aire–, al igual que los demás conductores. Al primero, a quien chocó directo, le dijo que ella se haría responsable, pero que esperara a que llegaran sus familiares para arreglar con el seguro. No hubo discusión, tampoco con el responsable de la otra camioneta. Ambos se aislaron a esperar.  

No obstante, la conductora del Sentra le reclamó fuertemente porque en los asientos traseros de ese vehículo viajaba una adulta mayor, de aproximadamente 60 años, con un niño pequeño, que, estimó esta fuente, tendría unos tres años.

Comenzaron a discutir porque, recuerda, esta mujer sacó del auto de la doctora su cartera y dijo que no se la devolvería. Manotearon, intentó darle una cachetada y también estuvo cerca de arañarla. Fue la primera que dijo: “¡Estás loca! ¡Estás borracha!”. 

“Ella le decía que no le iba a regresar sus cosas hasta que le pagara, pero en un momento saca las cosas, las credenciales y los papeles, y la cartela la tira al piso. Más tarde, uno de los policías le quitó la tarjeta de circulación de la doctora Bety a esta mujer, lo sé porque nos las mostró, pero eso fue después, porque ahí le estaba reclamado muy fuerte e incluso la manoteaba, porque su argumento era que en el asiento de atrás traía a otra mujer y a un niño a quienes pudo haber lesionado”. 

Beatriz le dijo que ella trabajaba (hacía su residencia médica) en el Hospital General de Pachuca y que podría valorar si tenían lesiones, pero que le regresara sus cosas; sin embrago, en ese instante la discusión ya era más fuerte y las personas se empezaban a reunir alrededor.  

Aunque a 50 metros está la Cruz Roja, ninguna ambulancia llegó. La policía lo hizo después de 30 minutos. 

Primero llegó un elemento en una moto, solo, en medio de un caos entre carros que estaban en sentido contrario y todos los tripulantes alterados. 

Después llegaron dos patrullas más, un sedán y una camioneta. La camioneta se pasó derecho, para el otro lado de la avenida, y del auto se bajaron tres agentes. 

“Bajó una mujer policía y se fue directo contra la doctora. La tomó por la espalda y la puso contra el carro. La doctora forcejeó, pero la oficial le hizo una llave. Los otros policías centraron su atención en la otra señora, sin hacerle nada. Cuando llegaron los paramédicos sólo atendieron a la conductora del Sentra, a la adulta mayor y al niño. Bueno, ellos sí preguntaron de quién era el Ibiza, que era el vehículo más dañado, pero cuando les hicimos señas de que era de la doctora a la que tenían sometida ya no hicieron nada. 

“La patrulla estaba a distancia, a la doctora se la llevaron en esa misma posición, sometida, haciendo el candado con sus brazos y jaloneándola, pero se les dificultó meterla. Cuando ven el sometimiento a la doctora es cuando la gente comienza a grabar. Ahí también ya intervienen los otros agentes, para meterla”. 

Los elementos de la corporación de Progreso seguían una orden, la de la conductora del Sentra: “¡Llévensela, llévensela, está borracha!”. En la audiencia inicial, a la jueza de control de Mixquiahuala, Rosa María López Aguilar, la defensa de los acusados le mostró un certificado médico que refiere que la médica había consumido alcohol.

“La mujer policía la jalaba de un lado y otro la empujaba del otro, pero cuando intentaban meterla la golpearon con el techo de la patrulla y es por eso que empezó a sangrar. La mujer policía no podía ni abrir la puerta, estaba batallando mucho, en una de esas le dobló la cabeza con una mano, con gran fuerza. Hubo varios intentos de meterla, no sólo uno”. 

Relata que, en un momento, que también se aprecia en videos viralizados que son parte de la carpeta de investigación, la oficial la toma del cuello. En el griterío, se escuchaba que la gente recriminaba por qué la sometían. Afirman que nunca se identificaron ni indagaron en los hechos, sino que fueron directamente contra Beatriz. El dictamen del deceso también refiere múltiples lesiones en el cuerpo, incluidas en el cuello. 

“Cuando la meten en el asiento de atrás, también se mete la policía, que era mucho más robusta, con la mitad del cuerpo encima de ella, y ahí ya no pude ver, pero otro de los testigos dice que la seguían sujetando del cuello”. 

Desde el otro ángulo, a la derecha de la patrulla, posición que le permitió ver directamente al interior, otra fuente dijo: “Ya adentro, la mantenía todavía abrazada, pero del cuello. Seguía sometida, pero del cuello”. 

Ambos relatan que, cuando los policías ya estaban dentro y como la gente estaba alrededor, el conductor echó la unidad hacia atrás, en medio de todos, porque quizás pensaba que no los iban a dejar salir. Aceleró y si no se hubieran quitado los habría arrollado.  

“El golpe notorio fue ese del rostro, porque le empezó a sangrar la cara. No sé si fueron los dientes, la nariz… pero sí hubo un golpe ahí. El otro es que dentro de la patrulla la oficial se sienta la mitad sobre de ella”, especificó el primer testigo. 

El dictamen de muerte refiere también una lesión interna, en el hígado, a consecuencia de un golpe, que pudo ser por el choque o algún otro. 

EL ESTADO DE BEATRIZ 

En los dos primeros comunicados que emitió, el 10 y 11 de junio, el ayuntamiento de Progreso afirmó que la doctora se encontraba en un estado inconveniente y lo atribuyó a “uso de sustancias”; sin embargo, los testigos directos del choque, que estuvieron junto a Hernández Ruiz desde que se bajó del auto y hasta que fue detenida, aseguran que no observaron un comportamiento anormal por el que puedan asegurar que se encontraba en estado etílico grave. 

“No sé si al accidente le llamen alterar el orden público, que es por lo que dicen que la detuvieron, porque fue un accidente vial. Estaba totalmente consciente. Sí estaba alterada, se veía muy nerviosa. El accidente fue tan fuerte como para no estar alterada. Hay gente que dice que no se podía sostener, pero no es cierto, sí se podía sostener perfectamente. Bajó de su carro varias veces, sacó sus cosas, caminó de un lado a otro y hablaba perfectamente bien. 

“En ese momento a nosotros se nos pasó preguntarle muchas cosas –¿a dónde vas?, ¿de dónde eres? –, pero ella nos habló mucho y podríamos decir que estaba en sus cinco sentidos. Hay gente que dice: ‘no, es que se andaba tambaleando’. No, al menos yo nunca vi que se tambaleara. Ella podía hablar bien, podía caminar bien”, relata esta persona, que llegó 20 segundos después del choque, porque corrió de la calle aledaña donde estaba. 

Cuenta que traía puestos unos audífonos, escuchando música, cuando ocurrió el percance, “y aun con ese ruido yo escuché el golpe, un golpe seco, y como un rebote, me imagino que fue el impacto de los otros autos”.  

Cuando la policía sometió a Beatriz, él estaba muy cerca; en el instante que estuvo más lejos fue a dos metros de distancia, por eso recuerda que hubo un momento, cuando el ambiente se tornaba tenso por la discusión con la otra mujer, que la médica lo agarró del brazo y le pidió: “ayúdame a sacar mis cosas”. Estaba tensa y, ya entonces, atemorizada. 

“Al principio sí, cuando se baja del carro por el accidente, sí, se veía tensa, se veía espantada, pero yo no noté que estuviera mal”, añadió otro de los automovilistas que se detuvo por la carambola.

Otra testigo de los acontecimientos añadió: “Sobre si la doctora habrá consumido alcohol u otra sustancia, yo no me percaté; ella estaba coherente. A pesar de que estaba nerviosa y asustada por lo que había cometido, porque ella era consciente del error que había cometido, y se los hizo saber a los conductores: ‘Me equivoqué. Perdónenme, no supe qué pasó’, eso fue lo que les dijo. Ella estaba coherente, estaba lúcida, caminaba bien.

“Tampoco percibimos el aroma a alcohol o a alguna otra sustancia. Entonces, yo por eso no podría decir que venía alcoholizada, siendo que nosotros estábamos muy cerca de ella”.

Cuando esta mujer vio por primera vez a la médica aquel día, luego de bajar del auto tras el choque múltiple, estaba poniendo a salvo a su perrito, amarándolo a una palmera. 

“El perrito, un french poodle, se quedó ahí amarrado a la palmera. Ella sacó sus cosas, las puso ahí muy cerca de donde estaba el perro. Pero pasa que hay gente mala onda y ya uno le quería robar el perro, ya lo estaba desatando. Fue ahí donde los demás le dijeron: ‘no, espérate; no es tuyo, ¿por qué te lo estás robando?’. 

“Ella oía, veía lo que estaba pasando, y también tenía a la otra señora que le estaba gritando”. 

Quienes estaban ahí le ayudaron a resguardar sus pertenecías. El perro se quedó atado a la palmera hasta que las grúas se llevaron los automóviles y lograron contactar a un familiar, a una prima, a quien se le entregaron todo. 

En el automóvil, aseguran, la doctora Beatriz llevaba una lap top, material médico, varias mochilas que tenían una ropa, otra con zapatos y otra con tenis; además, había agendas, recetarios y equipo de protección anticovid: careta, traje sintético, guantes y cubrebocas. Le preocupaba que los sacaran después de lo que sucedió con su cartera.

EN LAS CELDAS 

El dictamen presentado a la jueza refiere que Hernández Ruiz murió por asfixia mecánica por suspensión incompleta. Las grabaciones presentadas por la defensa de los agentes –tres mujeres y cuatro hombres– muestran que la joven se coloca una tela blanca alrededor del cuello, en otras las partes, no del todo nítidas, afirman sucede la siguiente secuencia: trepa por los barandales de la galera y se deja suspender. 

La directora de la corporación, Estefanía H.D., es la primera que se acerca a ella, cuando está sentada de espaldas a la puerta de la galera, con el cabello suelto. Después empieza la movilización de los elementos de seguridad para intentar quitarle la tela blanca –que los implicados no precisan cómo fue que la obtuvo cuando el protocolo marca que, para cuidar la integridad de quienes se encuentran ahí, se debe quitar todo objeto de riesgo, incluidas las agujetas–. No obstante, ya no tenía signos vitales, como lo certificó la clínica a la que la trasladaron.  

En sus comunicados, el ayuntamiento de Progreso sostuvo que “al no poder ser controlada por el estado en que se encontraba”, según ellos “condiciones de intoxicación”, Beatriz fue remitida a barandilla.

Ahí, aseveró, discutió “fuertemente” con su padre, Cirilo Hernández –sugiriendo que éste pudo ser un motivo para lo cual, insiste, fue un suicidio–, sin explicar la ausencia de vigilancia en esta área, cómo había un objeto (la tela) en la galera, ni referirse a los antecedentes de detención por los cuales la propia víctima le dijo a su padre que había sido golpeada. 

La Comisión de Derechos Humanos del estado determinó que estos comunicados fueron revictimizantes y que trasgredieron la memoria de la víctima, a quien tenían la obligación de preservar con vida y proporcionales valoración y certificación médica, así como un proceso, sin importar que se tratara de un incidente de tránsito, con legalidad y seguridad jurídica. 

La jueza reclasificó el delito de feminicidio –imputación inicial de la procuraduría hidalguense– por el de homicidio culposo. El fiscal Raúl Arroyo González dijo también en un mensaje por redes sociales que ellos lo solicitaron, al no considerar que la doctora Beatriz muere por un tercero. 

Los siete elementos fueron vinculados a proceso con la medida cautelar de prisión preventiva y permanecerán en la cárcel distrital de Mixquiahuala. López Aguilar determinó que fueron omisos para preservar la vida e integridad de la joven de 29 años.  

EL PAN NUESTRO 

La persona que llegó a los 20 segundos y presenció todo el actuar policial asevera que en el semáforo donde ocurrió el choque por alcance “han ocurrido ene cantidad accidentes”, por lo que lo llama “el pan de cada semana”.  

“¿Por qué? Porque la autopista que viene de Pachuca tiene cuatro carriles y justo cuando uno viene entrando a Progreso lo primero que ve es la Cruz Roja, entonces, en ese momento uno hace una curva a la derecha y en esa misma curva los cuatro carriles cambian a dos.

“Por ese hecho ha habido cientos de accidentes y en ocasiones la fila se hace muy larga en ese semáforo. Además, sí uno viene de la autopista no va a notar fácilmente que se reducen los carriles, hasta ya estar muy cerca”. 

“Considero en lo personal que sí hubo un abuso de la policía, además de que nosotros que somos de aquí del municipio la gente alega el hecho de que por una simple multa que ameritaba un accidente de tránsito, haya pasado todo esto. La gente del municipio sí se alteró mucho, porque ya es una suma de varias cosas”, dice respecto a la inconformidad que tienen sobre los procedimientos de la corporación.

Por Áxel Chávez

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