MEMORIAL

A 50 años de El Halconazo, la memoria no prescribe

Un estudiante y un reportero narran a El Heraldo de México lo que vivieron el 10 de junio de 1971

NACIONAL

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Un reportero, José Carreño Figueras, y un estudiante, Jesús Martín del Campo Castañeda (diputado local),  vivieron desde la misma trinchera, el ataque contra estudiantes, algunos de ellos, sobrevivientes de la matanza del 2 de octubre de 1968. FotoArte: Erik KnoblCréditos: FotoArte: Erik Knobl

A 50 años de El Halconazo, El Heraldo de México propone dos visiones de lo sucedido en las inmediaciones de la Escuela Normal de Maestros.

Un reportero, José Carreño Figueras, y un estudiante, Jesús Martín del Campo Castañeda (diputado local),  vivieron desde la misma trinchera, el ataque contra estudiantes, algunos de ellos, sobrevivientes de la matanza del 2 de octubre de 1968.

Las mismas calles, diversos ángulos y relatos de lo que ambos, el 10 de junio de 1971, fueron testigos de lo que después quedaría para la historia como la Matanza del Jueves de Corpus Christi.

Hace 50 años...

Por José Carreño

Cuando usted lea estas líneas hará 50 años que este columnista, entonces un joven reportero, se preparaba para cubrir la que sería la primera manifestación estudiantil en la ciudad de México desde la represión del movimiento de 1968.

No era fácil. Había por un lado un sentimiento de excitación, de adrenalina. Por otro, una sensación de intranquilidad, de miedo. Era la posibilidad de volver a pasar por aquellos momentos inenarrables, de emociones encontradas.

Hace 50 años la represión del descontento político ensangrentó las calles de la ciudad de México por segunda vez en menos de tres años.

Al menos trece personas, y algunos versiones afirman que tantas como 125, murieron luego de que un grupo paramilitar atacò a una marcha de estudiantes que salía de la Escuela Nomal Superior.

Era la primera manifestación desde los incidentes de 1968 y la Matanza de Tlatelolco. Se trataba de celebrar el regreso de lìderes estudiantiles exiliados, aprovechar la política de apertura anunciada por el presidente Luis Echeverria y apoyar un movimiento de huelga en la Universidad de Nuevo León.

Pero al anochecer de ese día los cadáveres de al menos trece jóvenes, en la morgue del Hospital Ruben Leñero, eran testimonio de una tarde de brutalidad protagonizada por un grupo de choque formado por el Departamento del Distrito Federal, los "halcones". Algunos hablaron después de conflictos entre grupos del gobierno, partidarios y opositores del aperturismo; otros, simplemente de maniobras. El hecho es que dias después el entonces regente (alcalde) Alfonso Martínez Domínguez, y el jefe de policía, Rogelio Flores Curiel, renunciaban a sus puestos.

Eso pareció establecer una distinción con el pasado inmediato, el de 1968.

Pero el "exilo politico" no duró mucho: Martinez Dominguez fue luego gobernador y senador en dos ocasiones por el Estado de Nuevo León. Flores Curiel fue gobernador de Nayarit.

En 2001, la recién formada Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) acusó a Martinez Dominguez por la matanza del Jueves de Corpus. El político negó los cargos y acusó a su vez a Echeverría, todavía ahora bajo arresto domiciliario debido a su edad.

El hecho sin embargo es que los "halcones" habìan sido formados al abrigo del gobierno de la ciudad de México, antes incluso de la llegada de Martinez Dominguez, con la misión de tratar de evitar nuevas movilizaciones juveniles como las de 1968.

La manifestación había salido de las inmediaciones del Casco de Santo Tomás, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y la Normal de Maestros, una zona que tres años antes, en septiembre de 1968, había sido escenario de choques y confrontaciones entre estudiantes y policía.

Había por un lado un sentimiento de excitación, de adrenalina. Por otro, una sensación de intranquilidad, de miedo. Era la posibilidad de volver a pasar por momentos como aquellos, inenarrables, de emociones encontradas.

Eran tal vez las cuatro de la tarde. Compuesta por diez a 15 mil personas, la columna recién había comenzado su camino por la Avenida de los Maestros, rumbo a la Calzada México-Tacuba, cuando en la esquina con la calle Amado Nervo fue interceptada por un pequeño grupo de funcionarios de policía, uniformados, que pidiò a los dirigentes del grupo desistir de la marcha.

Atrás, parte de los manifestantes cantaba el Himno Nacional.

La conversación duró apenas unos minutos y los jóvenes mantuvieron su decisión.

La manifestación reanudó su camino y unos minutos mas tarde, cuando el grupo de avanzada daba vuelta hacia la izquierda en la Calzada México-Tacuba, casi enfrente del ahora desaparecido cine Cosmos, se escucharon gritos y una palabra.

"¡Halcones!".

Y entonces la avalancha de jóvenes, mayormente espigados, delgados, reclutados en barrios populares y periféricos, atacó la columna.

El grupo de choque, creado por el Departamento del Distrito Federal, atacó la columna. Sus integrantes, armados con varas de bambú (identificadas luego como "bastones de kendo") y en algunos casos con pistolas y rifles, cayeron sobre los primeros manifestantes y pronto la confusión se había apoderado del barrio.

La policía pareció replegarse en los primeros momentos. Luego, su acción pareció cubrir las espaldas de los "halcones", que operaban casi libremente.

 Ahi ví correr a Tony Halik, el entonces corresponsal de la cadena NBC, con cámara al hombro mientras uno de los jóvenes se ponía a su lado y lo golpeaba en la cabeza. Tony cayó al suelo, sangrante, pero con una lesión mas aparatosa que grave.

Escondido a gatas entre coches estacionados, y con dos o tres "halcones" al lado, refugiados también de la balacera, vi a los atacantes cuando disparaban o se lanzaban contra los manifestantes, desorganizados ya, que trataban de defenderse con los palos que les habían servido para enarbolar mantas y pancartas.

Luego la confusión, el correr de un lado a otro entre rumores sobre francotiradores en la estaciòn del metro cercana; el saber de colegas golpeados o, como en el caso de Marlisse Simmons, de The Washington Post, brevemente secuestrada por los "halcones".

En una calle secundaria y a la búsqueda de un teléfono del cual informar a la agencia para la que trabajaba, topé con conocidos. Los jóvenes que hacían su internado médico en el Ruben Leñero dieron los primeros datos duros: nueve cadáveres en el hospital.

Varios reporteros buscamos la relativa seguridad del hospital para tratar de verificar datos. Pero ni ahí hubo descanso. Hacia las siete de la noche, todavía con luz solar, un grupo de "halcones" entró al nosocomio, armas en mano, para "rescatar" a sus heridos.

Ahí, en la fría morgue del hospital, solo quedaron los cuerpos de trece jóvenes. Afuera, la credibilidad del gobierno.

Por Almaquio García

La tarde del 10 de junio de 1971 es, junto con la Noche de Tlatelolco, las muestras claras del terrorismo de Estado que se vivió con los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.

Así lo recuerda Jesús Martín del Campo Castañeda, quien vivió dos de los episodios más negros en la historia de México.

Era jueves de hace 50 años cuando del Campo Castañeda, entonces de 22 años, llegaba a la cita programada a las 16 horas en la Escuela Normal de Maestros.

La vanguardia donde se encontraba su hermano Edmundo, avanzaba rumbo al Monumento a la Revolución, cuando comenzaron a escucharse los disparos  provenientes, algunos, de las azoteas de las casas aledañas.

Jesús Martín, narra que venía caminando con otros amigos, de la calle de Melchor Ocampo hacia la Avenida de los Maestros y ante la confusión y la presencia de civiles armados, corrió por la calle de Lauro Aguirre, en donde una persona les abrió su puerta para resguardar a varios estudiantes.

“Entonces, vecinos en la calle Lauro Aguirre, abrieron sus puertas y algunos decían -metete aquí córrele, métete aquí, y yo con algunos compañeros nos metimos. A mí me tocó en una donde un señor pintaba; ahí tenía sus cuadros en su sala y sus ventanas daban a la calle Lauro Aguirre donde los halcones estaban  y seguían buscando gente y disparaban”, recordó.

Después de más de una hora de pandemónium, seguían los balazos, y aunque la persona que los resguardó en su casa les dijo que no salieron, tuvieron que salir para saber qué es lo que había pasado.

Cuenta que acudió a la Normal de Maestros, donde seguía la persecución de los Halcones.

“Intente ver en la Normal que pasaba y vi que un compañero había fallecido dentro de la escuela normal. Una ambulancia que entró a la escuela, la número 23, iban adentro halcones y en lugar de ir ayudar fueron a disparar. Pusieron ahí a quienes se refugiaron en la normal que fue el escenario principal como escuela de estas agresiones”, expuso.

Después busco a su hermano sólo para saber qué fue uno de los asesinados por los Halcones, cuando dispararon en el contingente de los estudiantes de Economía, donde Edmundo acompañaba a unos amigos.

Señaló que, aunque en el sexenio de Vicente Fox se creó la Fiscalia Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, en donde se logró poner en el banquillo de los acusados a Luis Echeverría Alvarez para enfrentar el crimen de estado pero el Poder Judicial determinó que no era un genocidio, solo homicidio simple y cómo tal, había prescrito.

“Entonces ahora decimos nosotros, nuestra memoria no ha prescrito, por eso seguimos diciendo que reconstruir los hechos y no olvidarlos es algo muy importante”, comentó.

 

Este jueves, a 50 años de El Halconazo, los integrantes del “Comité del 68” protestarán a las afueras de la casa de Luis Echeverría y por la tarde tienen contemplado realizar una marcha, después de que el año pasado se canceló, debido a la pandemia de Sars Cov2.

Por José Carreño y Almaquio García

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