A finales del siglo XVIII se dio el caso, al parecer único en Mérida, de una subasta de esclavos negros capturados en Wallix (Belice), territorio usurpado por los ingleses, después de un ataque para desalojarlos de esa región ubicada en la parte sur oriental de la Península de Yucatán.
Así lo dio a conocer el investigador Jorge Victoria Ojeda al impartir la conferencia “Sociedad y comercio. Yucatán en la trata inter-caribeña de esclavos a fines del siglo XVIII”, realizada en el marco del 46 Aniversario del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Universidad Autónoma de Yucatán (CIR-UADY).
El académico informó que después de ese ataque, los meridanos se reunieron en la plaza de armas para enterarse de las novedades y pormenores de la expedición, y fue que presenciaron la subasta de esclavos.
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“También mucha gente acudió a la plaza para ver, por curiosidad o como potencial comprador, a los numerosas personas negras que se trajeron como presas de corso, quienes eran entre unos 250 y 300”, apuntó.
Mencionó que, lo que era un asunto cotidiano para otros sitios de la América colonial, en Mérida resultaba extraordinaria la presencia de un contingente de esclavos para su venta al mejor postor, previa resolución de haberlos declarado piezas válidas en la reglamentación del corso, ya que jamás una cantidad tan alta se había ofertado en la ciudad.
Agregó que en diciembre de 1779 el contador de la Real Hacienda yucateca, don Diego de Lanz, firmó la resolución por medio de la cual se sacaba a subasta, por cuenta del rey, una parte de los esclavos capturados.
Entre estos se encontraba gente que iba desde los 70 años a los 15 días de nacida, y las edades promedio “para las mejores tasaciones” eran de 28 años para los hombres y de 26 para las mujeres.
“Los compradores en Mérida y Campeche ascendieron a 47 personas, algunos adquiriendo grupos de esclavos y otros sólo uno”, abundó Victoria Ojeda.
Dijo que el hecho fue resultado de la campaña de expulsión contra los ingleses de Wallix y la consecuente captura de numerosos esclavos procedentes no solo de Cayo Cocina (también conocida como Cayo San Jorge), a los que se identificaron como ‘sirvientes de casa’, sino también de esclavos localizados en los aserraderos del interior y en el curso de diversos ríos.