La llegada de la pandemia por COVID-19 frenó la mayoría de las actividades, sin embargo, en Calimaya, las ladrilleras o bloqueras sólo suspendieron unos días el trabajo y regresaron. Son de las pocos que continuaron laborando y tuvieron ingresos.
Alejandro López es propietario de una de estas fábricas que da trabajo a 15 familias. Comparte que, afortunadamente, de todos los materiales que utilizan para su trabajo, sólo las cementeras pararon cerca de 20 días, lo que permitió continuar con su labor.
Aunado a eso, lo que ocupan no subió de precio, por lo que no fue necesario subir el costo de su producto y pudieron seguir haciendo diariamente de dos mil a dos mil 500 bloques.
Aseguró que al principio de la pandemia llegó a pensar que les iba a “pegar” como a otros sectores, razón por la que hizo una junta con sus empleados para explicarles la situación por la pandemia.
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“Le comenté a mi gente que pues mientras podamos hay que echarle para trabajar, mientras no nos cierren, pero gracias a Dios no”. indicó.
Mientras hace una pausa al mediodía en otra empresa, Elíseo Escamilla quien es trabajador, replicó lo dicho por el otro compañero y asevera que la emergencia sanitaria no les ha dañado.
Advirtió que han tenido precauciones como el uso de cubrebocas, para evitar los contagios, aunque son pocos los compañeros presentes en las horas de trabajo.
Explicó que usan los tapabocas para viajar de sus casas al trabajo, pero debido a que entran de madrugada, casi no se cruzan con más personas en el camino.
Lamentó que sí han sufrido por otras cosas, como la discriminación de las personas por venir sucios. “Más en esto de la pandemia así nos han dicho: ‘No, no pueden entrar porque vienen muy mugrosos, no trae cubrebocas’. Viene uno de trabajar”, declaró.
Por Gerardo García