UNAM

Del Mandril a las Payasadas: El CCH cumple 50 años siendo “la mejor etapa de la vida”

Un millón 18 mil 405 alumnos han pasado por las aulas de los cinco planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades (CHH) para dar testimonio de un proyecto que revolucionó la vida juvenil hace 50 años

NACIONAL

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CCH en su 50 aniversario.Foto: CuartoscuroCréditos: cuartoscuro

Aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a ser, es el principio del modelo educativo con el que en 1971 nació la idea del Colegio de Ciencias y Humanidades. Azcapotzalco, Naucalpan y Vallejo fueron los primeros en albergar en sus pasillos a la primera generación de jóvenes, un año más tarde se añadirían Oriente y Sur. 

Quienes pisaron sus aulas son ahora profesionistas de alto nivel en todas los ámbitos del conocimiento, las anécdotas que se cuentan de la estancia en el CCH llegan siempre llenas de nostalgia, de la energía de la adolescencia y de decisiones que marcaron vidas. 

Entre sobrevivir a una torta del “Mandril” en Azcapo; soportar el mote de “fresas” para los del Sur; tomarte una “payasada” en Oriente; desde Naucalpan hacer una caminata hasta “Los Remos” para llegar a la diversión y qué tal ir a “Garibaldi” para el “coto" de Vallejo. 

Amigos que van a durar toda la vida, maestros que te inspiraron y que dejaron huella. En CCH también se siente el miedo, grupos porriles amenazando a la comunidad, taloneando y armando peleas campales que le quitaban todo el aroma universitario a los planteles. 

Hay historias de terror, de alumnos que fueron alcanzados por un petardo; mientras los del 3 de marzo, la Federación, los GES, los Treinta y dos, 3 de abril o cualquier otro grupo porril se encargaban de sembrar el pánico. Del otro lado estaban los que se organizaban, los que sabían que unidos eran más fuertes, quienes no permitían que les robaran su espíritu universitario. 

Amigos, valiosos amigos

Como a Román Olicón, actualmente productor audiovisual y docente de historia a nivel medio y superior, al recordar sus inicios en el CCH Azcapotzalco con 14 años, no hace más que remontarse a su número de cuenta, ese que lo acompañaría por todo su recorrido como universitario, dígitos que se quedan tatuados en el alumnado.

“Cuando entré al CCH conocí un abanico impresionante de personalidades y formas de pensar que me abrieron a un panorama distinto”, relata. 

Política y filosofía fueron sus descubrimientos… “Lo más valioso que tengo del CCH: los amigos que después de 16 años aún conservo, que son personas maravillosas, que son personas exitosas; salieron adelante”, recuerda Román. 

Román y sus amigos en CCH Azcapotzalco 

Se me abrió el mundo

Para Yisel Moreno, por ejemplo, exalumna de CCH Naucalpan se trató de “la etapa que le abrió el mundo”, sus hermanos mayores se casaron a muy corta edad, sus papás tampoco estudiaron, en su familia esa idea no se había afianzado muy bien, pero con la idea de continuar, ella llegó a “tener el privilegio de estudiar en la UNAM”. 

“Toda la etapa del CCH para mí es la más bonita que he vivido… conocí a personas que hasta la fecha son parte importante de mi vida y sobre todo aprendí a ser libre y a tomar decisiones. La libertad que te da un CCH te ayuda a formarte”. 

 

Materias en las que iba muy bien, otras reprobadas que se solucionaban con un PAE, Yisel conoció entre el montón de escaleras que tiene el plantel Naucalpan a sus mejores amigos, todo comenzó así en una banquita de “las típicas” y desde ese momento se convirtieron en sus compañeros de vida, con ellos se desayunaba una empanada de a 5 pesos con el señor de afuera, mismas que estaban muy limpias, porque si algo tiene el CCH es el análisis y el alimento sagrado de las mañanas fue sometido a las pruebas de la clase de química, el resultado: sí, estaban muy limpias. 

“Conocer a tanta gente que piensa tan diferente y vive tan diferente a ti, te cambia todo”. 

 

La "bandita" de Yisel en CCH Naucalpan

Ahora como una profesional en la comunicación y los medios digitales, Yisel recuerda con nostalgia la época en la que transitó por una institución ideada por el rector Pablo González Casanova, hace 50 años y por la que han pasado un millón 18 mil 405 alumnos, traducidos en ingenieros, historiadores, arquitectos, médicos, enfermeros, abogados, periodistas, biólogos, odontólogos, diseñadores, matemáticos, politólogos, sociólogos, pedagogos, psicólogos, filósofos, actores, cantantes, artistas plásticos, investigadores, profesores, y un muy largo etcétera de profesionales mexicanos. 

Un Goya por el CHH, de esos que terminan en AZCAPO, VALLEJO, NAUCALPAN, SUR y ORIENTE.