Para celebrar el Día Mundial Sin Auto, en Azcapotzalco fue presentado el primer servicio de bicicletas compartidas sin fines de lucro, denominado “BiciCatarinas”.
Mediante un convenio con la Alcaldía, la organización Bicitekas comenzó el proceso de rescate de mil 600 bicicletas Jump que serían destruidas.
“… buscaremos crear oportunidades de empleo verde y servicios de movilidad sustentable en Alcaldías a donde aún no llega Ecobici”, dijo Areli Carreón, integrante fundadora de Bicitekas AC.
En mayo, la empresa Uber canceló su servicio de renta de bicicletas en la Ciudad de México debido a que vendió su negocio de micromovilidad a Lime, el gigante de patineta en Estados Unidos.
Para junio, Jump comenzó la destrucción de 20 mil bicicletas en todo el mundo, bajo el argumento de que eran modelos antiguos y que les faltaba mantenimiento.
Ante el hecho, Bicitekas habló con Jump México para proponer el rescate de las bicicletas, mediante su venta a un precio simbólico.
[nota_relacionada id= 1251805]Así, las Jump fueron trasladadas a una bodega en la Colonia Escandón para su restauración y búsqueda de un modelo autosostenible.
Prestarán servicio 500 BiciCatarinas
De esa forma se estrenan 500 BiciCatarinas en Azcapotzalco, mediante un sistema de préstamo gratuito, solo en los límites de la demarcación.
El Alcalde Vildal Llerenas destacó el trabajo hecho para el rescate y uso de las bicis.
“Se retiró Uber del tema de las bicicletas eléctricas; en otros países se destruyeron las bicicletas. Aquí, las bicicletas fueron donadas a la Bicitekas, se quitó la parte eléctrica por el momento.
“Por lo pronto son bicicletas no eléctricas. Con este acuerdo, las bicicletas las vamos a prestar a las personas de la Alcaldía, en Azcapotzalco no tenemos un sistema de bicis de préstamo”, explicó Llerenas.
Adelantó que irán evolucionando incluso con una aplicación para mejorar el servicio.
[nota_relacionada id= 1250988]“Tenemos un buen número de bicicletas que vamos a prestar y esto se suma al programa de ciclovías y biciestacionamientos”, agregó.
Por Manuel Durán
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