¡Oficios imprescindibles! Samuel Cema, diablero de la Ceda confía en Dios

Samuel Cema trabaja en la Central de Abasto y su ganancia ha bajado de 60 a 70 por ciento por la contingencia sanitaria del COVID-19

Samuel Cema Marcial tiene 35 años. Desde los 15 trabaja como diablero en la Central de Abasto (Ceda) de Iztapalapa. Sus jornadas empiezan entre las 2:00 y las 6:00 de la mañana, según la nave en la que le toque trabajar. Puede cargar hasta 600 kilos de verdura, carnes o abarrotes, según lo pidan los clientes.

Es el sustento de su familia en la CDMX, donde vive con su esposa, y en Veracruz, su tierra natal a la que mudó a sus hijos cuando empezó la contingencia.

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Por ellos, asegura, va a aguantar el COVID-19 hasta que, como ocurrió con la influenza H1N1, todo pase.

“Pienso aguantar, a ver qué Dios dice. No me da miedo, ya pasé la influenza y esto también va a pasar. No puedo salir corriendo a esconderme, porque también necesito comer”, dijo a El Heraldo de México.  

En la Ceda hay alrededor de 13 mil diableros; ingresan ahí a través de alguna de las 26 asociaciones que los representan. Deben tener una credencial con foto, además cada uno paga una cuota distinta (según la organización) por usar el diablito y poder trabajar. 

Samuel ganaba hasta 400 pesos por un servicio. Ahora que los restaurantes cerraron, a la central llegan personas a hacer las compras para sus despensas, pero son pocos los que requieren un diablero.

Gano como 60 o 70 por ciento menos.  Antes ganábamos hasta 400 pesos (por un servicio). Ahorita no, hay gente que viene (pero porque trabajaban en oficina y están descansando), compran poco y se lo llevan a ellos. Es gasto familiar, y antes era de hoteles, salones, venían por mayoreo”, recordó.

“Cuando fue la influenza, me fui a trabajar a la construcción. ahora me quedaré aquí”. Samuel Cema, diablero de la Ceda en Iztapalapa. Foto: Nayeli Cruz
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Por Nayeli Cortés

eadp

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