Navegando en aguas tranquilas, pero inciertas, aislados del coronavirus e impedidos de pisar tierra por las restricciones sanitarias en varios países, mil 100 integrantes de la tripulación de un crucero esperan “a que las aguas se calmen” para poder desembarcar.
La mexicana Aurora González se embarcó en el crucero Royal Caribbean desde octubre pasado, como Especialista en relaciones con la tripulación. Vía telefónica, desde el mar de Florida, Estados Unidos, donde la embarcación navega en círculos, narró a El Heraldo de México el día a día de la tripulación.
“Yo subí en octubre al crucero, pero ya no tuvimos pasajeros turistas desde mediados de marzo; la tripulación siguió trabajando normal, con los puesto que tenía cada quien, en el área de restaurantes, en el área de bar, las albercas, después se fueron reduciendo las horas de trabajo, obviamente con paga por medio de la empresa y la tripulación pudo hacer uso de las instalaciones que son para los pasajeros”, dijo.
El crucero es de tamaño mediano, con capacidad de aproximadamente 3 mil 500 personas, de los cuales mil 400 son tripulación, desde el capitán del barco hasta personas de intendencia. A mediados del pasado mes pudieron bajar a alrededor de 300 trabajadores de varias nacionalidades, de países que no han restringido vuelos ni cerrado sus fronteras, como México, India y Noruega.
“Ahorita tenemos a bordo 58 nacionalidades en el crucero, sólo de la tripulación; mexicanos somos aproximadamente 20”, detalló.
Al momento no pueden desembarcar a todos los tripulantes porque en varios países están cerradas las fronteras y cancelados los vuelos, como Italia y España, lo que imposibilita a los trabajadores “a regresar a casa” partiendo desde Estados Unidos.
“Diferentes personas de la tripulación subieron en diferentes fechas. Yo subí en octubre pasado. Con esta situación estamos haciendo lo posible para bajar a la mayor parte de la población, dependiendo de las nacionalidades, si es que tienen alguna restricción en sus países es más difícil, las personas que no se puedan ir se quedan aquí en el barco, se les da el hospedaje, la comida, bebidas, todo corre por parte de la compañía”, explicó.
Aurora es licenciada en Turismo y originaria de la Ciudad de México. Trabaja en cruceros desde hace dos años y medio. Le preocupa su familia y su país ante la pandemia, pero comentó que su cargo le exige cobrar fuerzas para tranquilizarse y tranquilizar a la tripulación, quienes a veces entran en angustia por la situación en sus países.
Adelantó que en los próximos días harán otro desembarco de 300 personas, pero adelanta que ella no bajará, aunque reconoce que podría bajar hacerlo y regresar a México sin problemas. Sin embargo, casi como un capitán de barco, cumplirá su deber de arreglar la documentación para que la mayor parte de la tripulación desembarque primero.
“Lo he considerado, sin embargo, cómo ayudo en la oficina y estoy encargada de ir bajando a la tripulación, pues está un poco difícil. Debe haber un mínimo de porcentaje de tripulación para que yo pueda bajarme tranquila. Considero que a finales mayo, cuando tengamos menos de 600 tripulantes”, explicó.
Por Iván Saldaña
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