La emergencia sanitaria por COVID-19 en México sacó a los sacerdotes de confesionarios y púlpitos de las Iglesias, y los obligó a portar guantes de vinil y cubrebocas para celebrar desde atrios, espacios abiertos y calles los sacramentos.
Ahora, las confesiones, bautizos, bodas y unción de los enfermos se hacen al aire libre.
De acuerdo con el nuevo protocolo emitido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), se pide a todos los sacerdotes y obispos evitar el contacto directo con los feligreses durante la impartición de sacramentos, portar equipo sanitario y guardar distancia durante los mismos.
Por ejemplo, el cura debe confesar a feligreses en lugares ventilados, a una distancia mínima de un metro, y utilizar “mascarilla”.
“Se recuerda que no es posible administrar el sacramento de la penitencia, al igual que en los demás sacramentos, por medios digitales y/o electrónicos”, aclara el documento Sugerencias para la administración de los Sacramentos durante la emergencia sanitaria por COVID-19, del CEM.
El padre Juan José Cedeño confirmó a El Heraldo de México que en su parroquia, en la colonia Condesa, ya aplican las medidas.
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“Bajó 98% del número de confesiones en mi parroquia, que eran muchas más en esta época de Semana Santa. La gente está guardadita en casa, va poco a la Iglesia. La poca gente que me ha pedido la confesión ha sido afuera en el atrio, con cubrebocas, alejados por lo menos a un metro de distancia; la persona se confiesa, y no hay contacto ni para la absolución. Para la absolución hago el signo con la mano sin ponerle la mano en la cabeza”, dijo a El Heraldo de México.
Por Iván E. Saldaña
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