¿Tu hijo/a no come bien? ¿Duerme más o menos de lo que debería? ¿Pasa demasiadas horas delante de la televisión, ordenador o tableta electrónica? ¿Le han aparecido caries? Si la mayoría de estas respuestas son afirmativas, resulta importante conocer lo que puede lograr en tus hijos una buena nutrición.
Durante la infancia, se establecen los hábitos alimentarios que, posteriormente, se verán reflejados en la etapa adulta. Algunos de los beneficios de llevar una alimentación funcional y correcta durante el crecimiento son:
- Un buen desarrollo y formación
- Optimización de la capacidad de aprendizaje
- Buena comunicación y socialización
- Facilidad de adaptación a nuevos ambientes y personas
- Un correcto desarrollo psicomotor.
En definitiva, una buena nutrición, es la primera línea de defensa contra numerosas enfermedades infantiles que pueden dejar huellas en tus hijos de por vida, como el COVID-19 que estamos viviendo en estos momentos, así como la neumonía, anemia, sobrepeso, diabetes infantil, desnutrición y atraso en el desarrollo neuromotor y psicomotor.
- Por lo tanto, te recomiendo establecer tempranamente en tu hijo/a, hábitos alimenticios que:
- Aseguren una ingesta rica y correcta de alimentos
- Tener una variedad de nutrientes, texturas, colores y sabores
- Adquirir preferencias alimentarias
- Tener una capacidad de selección correcta.
Una alimentación adecuada para tu hijo debe ser rica en vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos y grasas saludables, además debe incluir:
- Antioxidantes
- Omegas
- Fibra
- Calcio
- Vitamina D
- Zinc
- Hierro
Comencemos por la importancia del desayuno. Se sabe, por innumerables estudios, que existe una menor capacidad de atención y de aprendizaje entre el 20 y el 40 por ciento de los escolares mexicanos, que no desayunan. O bien, si lo hacen, se sabe que es en una cantidad mínima y pobre en nutrientes ya que, generalmente los desayunos, son alimentos ricos en azúcares, grasas trans y alimentos procesados, siendo un factor importante para la presencia del sobrepeso y obesidad infantil.
Por Ana Camacho y Nathaly Marcus
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