Marc Anthony se inclina ante ella, Juan Gabriel hubiera hecho lo mismo y es que mejor fan no podría tener. Sol ilumina por donde pasa, deja una estela de luz que le cambia el semblante a cualquiera y no es gratis que las estrellas se posen a sus pies.
Xhunaxhi Soledad, una conjunción entre una palabra en zapoteco que significa virgen y como se llamaba la abuela; ese es el nombre que le da identidad a una mujer de 29 años, que baila, pinta, actúa, modela, hace gimnasia y le entra al atletismo, de una mujer que no conoce la pena, que hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere. Sol tiene síndrome de Down.
“Pues yo estoy contenta, feliz, bonita, preciosa...”, así es como Sol responde al ser cuestionada por la percepción que tiene de los que le rodean, no opina de seres ajenos, se limita a contar quien es ella.
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Le gusta la música salsa, baila con su papá y con su primo; Juan Gabriel es su máximo en la vida y no pierde la oportunidad de cantar sus canciones.
¿Quieres escucharla con “Amor Eterno”?
https://soundcloud.com/user-960143829/sol
El espagueti rojo es su comida favorita; ir al Calli Down (su escuela), hacer muñequitos de papel, corazones, cuidar a su perro Duque y amar a los que la rodean es a lo que Sol se dedica de tiempo completo.
Su emoción no se esconde cuando habla de sus maestros, para ella sus primos, sus amigos y todo aquel que la haga sentir bien son sus “hermanitos”, porque el amor se Sol es tan grande que puede llegar a tocar a quien sea digno.
Y sí, está enamorada, le gusta Domingo, un joven compañero del Calli Down, él es igual de especial que ella y el afortunado habitante del pedazo romántico del corazón de Sol.
El síndrome de Down
Tener síndrome de Down significa haber nacido con una alteración genética derivada de un exceso de cromosomas, en lugar de poseer los normales 46, esa persona tiene 47. En la mayoría de los casos se trata de una copia extra del cromosoma 21, por ello también se le conoce como “Trisomía 21”.
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La copia extra del cromosoma hace que el cerebro y el cuerpo cambien su morfología. Se estima que a nivel mundial entre uno de cada mil y uno de cada mil 100 bebés presenten esta condición.
Sol es una de esas entre mil
Su día comienza con un baño, a ella le gusta el agua fría, su independencia comienza ahí, se pone el uniforme, busca su credencial, su mochila y acomoda los recipientes en los que su mamá le pone el almuerzo, luego de ello sólo espera a que su papá la lleve a la escuela. Le encantaría hacerlo sola, pero no le es permitido.
Tiene dos hermanas, una mayor y una menor, a la que describe como “la princesita”, pero su familia se compone de toda aquella persona que se llegue a ganar su cariño.
¿5 kilómetros?, para Sol no son nada pues en los maratones es una gacela, y en realidad ella sabe y entiende que no hay nada de lo que le gusta que no pueda hacer.
Empoderada desde cualquier trinchera que se le mire, porque Sol es mujer, es joven, tiene síndrome de Down, viene del seno de una familia de recursos limitados, y a pesar de ello su límite aún se ha presentado.
¿Ser el papá se Sol?
Ella no conoce el miedo, pero su familia sí, las precauciones deben estar de su lado, “por precaución” sus papás decidieron practicarle una salpingoclasia, no vaya ser que un vivales o que ocurra un accidente.
No sale sola a la calle (aunque ella lo anhela) y no porque no pueda, sino porque la intranquilidad apremia.
-¿Cómo es ser el papá de Sol?
Un silencio invadió a don Armando, sus ojos brillaban, pero muy diferente a como lo hacen cuando ven a Sol, el brillo provenía de las lágrimas que se esforzaba por contener; mientras ella lo miraba fijamente y no dejaba de sonreír... sabía perfectamente que si su papá lloraba era por su causa.
-¡Va a llorar!, dijo Sol con una sonrisa preocupada.
Pasados muchos minutos don Armando pudo articular una oración que tuvo como protagonista al miedo porque él teme fallarle algún día a su Sol.
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¿Sueños?
Claro, a Sol le falta uno muy importante por cumplir, y es que ella quiere trabajar y ser productiva, se ha preparado apasionadamente para un oficio muy importante:
"Yo quiero ser mesera", decreta Soledad.
Por Paola Sánchez Castro