Todos los días, de martes a sábado, Sarahi llega a las 7:00. Junto con un equipo multidiciplinario revisa expedientes para determinar la dieta de los pacientes dependiendo de su enfermedad y su estado físico.
Es nutrióloga en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y tiene bajo su responsabilidad un piso con 50 pacientes, por lo que, señaló, “en caso de que no trabajara, los enfermos no comerían”.
Su labor es fundamental todos los días del año, principalmente ahora ante la emergencia a causa del COVID-19, incluso para determinar si alguna persona no puede comer, porque eso pondría en riesgo una cirugía o la vida del paciente.
“Se toman medidas de higiene y del tipo de material con el que se hace llegar los alimentos a las personas infectadas por el COVID-19, porque su alimentación puede continuar, siempre y cuando su condición sea estable”, comentó.
Su trabajo también evita pérdidas económicas al IMSS, ya que si alguien consume alimentos antes de una intervención quirúrgica, ésta tiene que cancelarse, lo que deriva en desperdicio de insumos, pérdida de tiempo del personal y espacio en quirófano.
Sarahí, resaltó que le gusta su labor, aunque reconoció que siempre se está en riesgo, ante la cercanía de los pacientes y ahora con el coronavirus, el peligro es latente.
La nutrióloga dijo que, con la situación de emergencia, el IMSS abrió los permisos para que el personal en situación de riesgo pueda faltar, con lo que estima una baja importante (alrededor del 40 por ciento de trabajadores), y ante ello, tendrán que redoblar esfuerzos para cubrir la atención integral.
“Me toca ser la mano fuerte, ante la petición de permisos de trabajadores del IMSS, por su situación vulnerable ante la pandemia del coronavirus. Entonces eso puede hacer que no logremos concluir nuestro trabajo en nuestro horario y para hacerlo debemos trabajar más tiempo”, dijo Sarahí.
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Por Redacción El Heraldo de México
Almaquio García Changoya
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