Sobreviven la cuarentena en pobreza

Sentada en su hamaca, a través de un viejo televisor, que se apaga sólo si se desenchufa, la señora Martha Elena Caamal Uicab se entera de las últimas noticias de la pandemia del coronavirus COVID-19, enfermedad que parecía lejana, pero que ya llegó. “La trajeron los ricos”, dicen vecinos. Ella está preocupada, reconoce, porque desde que se inició la “cuarentena” no hay trabajo; se están quedando sin dinero para sobrevivir.

Ella, junto con 24 familias más, invadió hace seis años un terreno en La Guadalupana, una zona de alta marginación en Mérida, en el sur. Todas viven al día, comen de los bajos ingresos que perciben de empleos informales, los cuales escasean con esta contingencia.

Desde temprano, se pone a limpiar su casa que construyó con cartón, maderas y lonas. “Mi esposo es albañil, gana como dos mil pesos a la semana… pero ahora no hay mucha chamba”, dijo.

No cuenta con acceso directo a agua potable, como 10 por ciento de la población total del país, alrededor de 12.5 millones de personas. Martha extiende una manguera de 60 metros y la conecta a una toma común.

“Con esto del coronavirus hay que lavarse las manos a cada rato, pero no tenemos llave en el cuarto para abrirla. Cada dos días lleno mis cubetas”, explicó.

Por eso está preocupada por su nieto Wilbert, de 10 años de edad, a quien apenas le encargaron para que cuide. No quiere que se enferme de COVID-19 porque no cuenta con servicio médico.

Datos del Coneval indican que, en 2018, en México había 53 millones de personas en pobreza.

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Una de sus vecinas, Nicolasa Sánchez, relató que lleva varios días encerrada, pues desde que se supo del primer caso de coronavirus, sus clientas cancelaron. Ella se dedica al manicure y el pedicure a domicilio.

Sostuvo que las personas ricas, “las que se dan el lujo de viajar por todo el mundo”, fueron las que trajeron el virus a México. Martha y Nicolasa pertenecen a familias de paracaidistas que, si no salen a trabajar no tienen dinero. No tienen comodidades para aislarse hasta que la contingencia pase.

POR HEBERTH ESCALANTE, CORRESPONSAL
lctl

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