El planeta se paró. En los últimos 10 días, la amenaza de la pandemia se convirtió en realidad y países en todos los continentes tomaron medidas drásticas para contener la propagación del COVID-19, enfermedad causada por el nuevo coronavirus. Hemos visto cómo las economías más grandes implementaron cuarentenas y cierres de fronteras, mientras el nuevo centro de la epidemia en Europa enfrenta con valentía las horas más oscuras del episodio. Al tiempo que los profesionales de la salud combaten el virus, es hora de preguntarnos cómo mitigaremos las inevitables pérdidas económicas derivadas de la situación.
El escenario, de por sí atípico, ha parado la vida de millones de personas. Muchos ciudadanos mayores, en Europa han mencionado en los noticiarios cómo no habían vivido algo así desde la Segunda Guerra Mundial, en cuanto al cierre de espacios públicos y declaratorias de emergencia nacional. En pocos días, el evitar que el coronavirus explote ha dependido de disciplina de ciudadanos y autoridades.
En las últimas horas, los líderes de los principales países afectados en Occidente anunciaron distintas medidas económicas. El Reino Unido tiene un paquete de 400 mil millones de dólares para apoyar empresas y pequeños negocios, así como mantener un periodo de gracia de tres meses para las hipotecas. Alemania mantendrá asistencia ilimitada de liquidez para sus negocios, mientras que Francia ayudará a pequeñas empresas con 50 mil millones de dólares; dos de los países más afectados, Italia y España, tendrán apoyos de 28 mil millones y 200 mil millones de dólares, respectivamente.
De este lado del Atlántico, las cosas lucen inciertas. En Estados Unidos, el presidente Trump buscará un paquete de 850 mil millones de dólares para transferencias directas a la ciudadanía. En México, se anunció que se destinarán 3 mil 500 millones de pesos para enfrentar la crisis sanitaria, desde equipo médico, hasta insumos para los tratamientos; a tres semanas del primer caso, no se han dado indicios de lo que Hacienda impulsará para aminorar el impacto de la crisis mundial.
Es cierto, México tiene realidades sociales y económicas distintas a estos países. Una informalidad laboral de 60% que complica el trabajar desde casa, y adicionalmente hemos tenido caídas pronunciadas en las inversiones pública y privada, sin mencionar el tipo de cambio y el precio del barril de petróleo en las últimas dos semanas. Frente a este escenario, no hay tiempo que perder. El verdadero liderazgo se tendrá que demostrar en las siguientes horas, porque el país se dirige a una combinación peligrosa de crisis sanitaria y económica. Espero que autoridades y ciudadanía estemos a la altura de la tormenta. No hay más.
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POR JAVIER GARCÍA BEJOS
COLABORADOR
@JGARCIABEJOS
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