Rubén Sauri Ramírez ha pensado en suicidarse por la frustración de perder una pierna en un accidente automovilístico, no poder trabajar y tener que vivir como indigente, pese a la pandemia del SARS-COV-2 (COVID-19).
El señor, sin cubrebocas, se sostiene con muletas sobre la acera de la calle Miguel Lerdo, a un costado de Palacio Municipal de Coatepec, donde usa una gorra negra para pedir limosna y comprarse comida.
Tiene 48 años y es originario del municipio de San Andrés Tuxtla, ubicado en la zona sur del estado de Veracruz; limita con Catemaco, Hueyapan de Ocampo, Santiago Tuxtla y Ángel R. Cabada.
En 2017, conducía un vehículo, en estado de ebriedad, sobre la carretera San Andrés Tuxtla-Santiago Tuxtla hasta que se impactó contra un camión, ocasionándole una fractura expuesta en el antebrazo derecho y diversas lesiones en su pie del mismo lado.
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Rubén es diabético y su primer dedo estaba fracturado. Lo dejó pasar y la lesión no fue atendida de manera oportuna. Todo su pie se gangrenó. Cuando por fin acudió al médico, lo canalizaron a un hospital, donde le amputaron la pierna desde la pantorrilla.
Después de seis meses de tortura emocional por la pérdida de una de sus extremidades y, de pensar una y otra vez en suicidarse, viajó a Xalapa en busca de apoyo institucional para adquirir una prótesis.
Casi dos años vivió en calles del Centro Histórico de la capital, buscando ayuda con regidores, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y otras instancias, pero no la recibió.
Hace ocho meses, decidió trasladarse al municipio de Coatepec, para solicitar el apoyo al gobierno municipal, que encabeza el panista Luis Enrique Fernández Peredo; sin embargo, tampoco ha sido atendido.
Don Rubén se había desempeñado como chofer para empresas privadas, actividad que no ha podido retomar por la amputación de su pierna. Tiene familiares en San Andrés Tuxtla, quienes le han negado ayuda y se han dedicado a juzgarlo.
Ahora, duerme junto a los contenedores de elotes en el mercado Miguel Rebolledo, municipio de Coatepec, donde usa una chamarra y solo se cubre con una cobija para protegerse del frío en esta temporada, en que la temperatura ha disminuido hasta los diez grados centígrados.
Los calambres en su pierna amputada, a causa de las bajas temperaturas, lo despertaron la madrugada de este miércoles.
“Hizo frío anoche. Me dan calambres por el frío. Tuve que estarme parando y sobarme para que se me quitaran los calambres. Eran como las cuatro de la mañana, ya no pude dormir, estoy despierto desde esa hora”, cuenta.
Sauri Ramírez recuerda que su prótesis cuesta entre 15 y 35 mil pesos, dependiendo de los materiales con los que sea fabricada y la calidad de los mismos.
Lo único que anhela es otra oportunidad para trabajar nuevamente y poder dormir bajo un techo cada noche, pues lleva tres años como indigente y mendigo.
Todos los días, por la mañana, se encuentra sobre la calle Miguel Lerdo y, después de las cinco de la tarde, ingresa al mercado municipal, donde los locatarios le han permitido alojarse.
Por: Juan David Castilla Arcos