El olor a humedad y el calor bochornoso entre las paredes que se desmoronan, sin luz, un cable negro para la señal y los tubos de PVC para la ventilación son el escenario a través del cual sujetos ingresaron a la empresa de valores SEPSA.
El ingreso al túnel de 135 metros de largo inicia en el hueco de la cisterna; con ladrillos se logra bajar a los escalones de madera colocados en la esquina.
El reducido espacio es de 1.70 metros de alto y 1.40 de ancho; hay vigas de madera en los costados y madera en la parte superior de la que gotea agua por la humedad acumulada.
“Todos los que estamos en el subsuelo corremos peligro”, dice uno de los agentes de la Fiscalía Estatal, al pedirnos que no hablemos mucho para evitar las vibraciones y que no toquemos las polvosas paredes.
En el tour por el túnel no nos pueden responder preguntas por qué la investigación está en proceso; y aunque desemboca en SEPSA, la empresa de valores ubicada en el bulevar Adolfo López Mateos, no llegamos hasta ahí.
La empresa ya cerró el otro lado del túnel, y por seguridad solo pudimos recorrer 50 metros. En los 20 minutos que estuvimos en el subsuelo, el calor agobia y la ansiedad crece.
Afuera, en la finca solo se observan unas cubetas con las que sacaban la tierra; las 20 carretillas y las herramientas ya no están.
Una antena de telemetría lleva el cable negro que recorre todo el túnel.
El trabajo de varias semanas y los ruidos de la construcción se confundieron con la obra que se realiza a una calle de la finca. La sorpresa y la manera en que realizaron el túnel se respira en la Colonia Renacimiento.
La versión oficial es que los sensores de la bóveda se activaron y los autores de la construcción tuvieron que salir con las manos vacías. No hay detenidos.
Por: Gabriela Montejano