Sobre la siempre conflictiva avenida José López Portillo, arteria principal del que algunos llaman “el lejano Tultitlán”, la Muerte vigila, ya sea de blanco, negro o dorado, su manto -visto desde lejos- se puede llegar a confundir con el paisaje industrial de esa zona del Estado de México, sin embargo, sus brazos extendidos, sus huesudos dedos y su cara de cadáver se alzan a más de 22 metros, para que nadie se pase de largo sin admirarle.
Para los que la veneran es santa; “santita”, el símbolo de una fe ante lo inevitable, que invita a vivir el día a día, porque “mañana no sabemos” dice Kristhel Legaria madrina del culto, quien explica que rendirle veneración se trata de entrar en armonía, en su creencia “hay que aprender mucho a vivir”.
Ella es heredera del Santuario de la Santa Muerte Internacional, donde se aloja la figura más grande del mundo. Kris guía a los fieles como lo hicieran su hermano, ‘El Comandante Pantera’ y su madre, la madrina Enriqueta Vargas, su misión se basa en escuchar y en ofrecer una oración para una comunidad que tiene presencia en toda la República Mexicana, en Estados Unidos y hasta en Europa.
Tiene apenas 31 años y en sus manos la guía de la espiritualidad de miles de sus “hermanos” a quienes describe como solidarios y personas muy seguras.
“Gente firme y segura en sus decisiones y en su manera de ser", así son los fieles a la Santa Muerte.
Dios o la Santa Muerte
Para quienes veneran a la “Flaquita” sus creencias no van en contra de Dios, para ellos ésta figura religiosa “va primero” y no están en contra de creencias como la cristiana o la católica.
La Santa Muerte es para sus fieles como una amiga, una madre, una hija o una hermana y las ofrendas que se le realizan son para compartir, para que ella los escuche mientras fuman o se toman un tequila, relata Kristhel.
Juzgar
Ver la representación de un esqueleto humano de dimensión descomunal y a personas ataviadas con cráneos, suele generar rechazo entre quienes no conocen la adoración a la muerte, una realidad milenaria, a la que algunos se resisten, sin embargo, Kristel invita a conocer, no es necesario ser parte, “las puertas están abiertas para todos”.