Cuando Carolina tenía seis meses y medio de embarazo –esperaba gemelas– iniciaron los síntomas: la fiebre no cedía, la tos no le permitía comer y sentía que le faltaba el aire. Se había contagiado de COVID-19.
“Tomé algunos remedios, pero no se me quitaba la tos ni la temperatura y fue cuando fui a mi hospital”, comentó la mujer.
Acudió a consulta a la clínica del IMSS en San Juan del Río, donde detectaron una baja saturación de oxígeno y la derivaron a otro hospital, en El Marqués.
“No quería quedarme porque me daba miedo, pero no me dejaron salir. Al llegar a Querétaro me hicieron estudios y mi pulmón estaba muy afectado, después me tomaron la muestra para ver si tenía COVID-19 y el resultado fue positivo”, refirió Carolina. Fue necesario practicarle una cesárea cinco días después de haber sido internada, ya que no podían administrarle ciertos medicamentos. Sus gemelas estuvieron en incubadora por casi un mes para estabilizarlas y que comenzaran a ganar peso.
“Salí del hospital y 15 días después las dieron de alta; pero por el COVID, seguí sin poder estar con ellas. Las veía por una ventana”, dijo.
Carolina pudo estar en contacto con sus familiares por medio de cartas. La trabajadora social del Hospital General Regional de El Marqués, Mayra Alejandra Durán Pérez, comentó que el esposo, la mamá y los hermanos de Carolina las depositaban en la caseta de vigilancia.
“Ella recibía las cartas, después hicimos una videollamada para que supiera cómo estaban sus pequeñas, eso le dio mucho ánimo”, explicó. Dijo que el trabajo que desempeñaron en este caso, de vinculación con los familiares, motivó una mejor recuperación en la joven, pues su estado de ánimo se estabilizaba al tener más información.
Por FERNANDO PANIAGUA.