Mientras que en Francia las selecciones femeniles de Holanda y EU buscan ser las mejores del mundo, a nueve mil kilómetros de distancia, en Chiapas, las mujeres patean el balón para empoderarse en su entorno.
Practicar futbol es para ellas blanco de críticas y dudas, principalmente sobre su orientación sexual, algo que las escuadras internacionales padecieron por años.
Las chiapanecas lo practican como opción deportiva y de convivencia; hay torneos amateur en distintas colonias y municipios, aunque el reconocimiento es mínimo aún.
Si ganan el premio, también será económico de hasta cuatro mil pesos que se repartirán entre 10 o 12 jugadoras, galardón que no llega a compensar los 250 pesos de arbitraje.
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vínculo importante para las mujeres,
que trasmiten este gusto a sus hijos. Foto: Marcopolo Heam[/caption]
También están en otras canchas: son amas de casa, obreras y estudiantes, que se reúnen cada fin de semana para enfrentar un partido y olvidarse durante 90 minutos de su realidad, buscando la anhelada copa que las proclama las mejores del torneo.
La mayoría de los equipos lo forman entre conocidas, recomendadas y amigas quienes de su bolsa salen todos los gastos: inscripción, arbitraje, uniforme y transporte.
Practicar este juego es una manera no sólo de divertirse: es desafiar a los que se oponen, a los hombres que las critican. Demuestran que pueden retar a la sociedad que las ve mal y hacer actividades de fuerza y contacto. Son las diosas de las canchas.
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realidad durante 90 minutos. Foto: Marcopolo Heam[/caption]
Por Marcopolo Heam