Nada más queda

Los fierros torcidos humeaban horas después del incendio. Papas, jitomates, chiles, todo se quemó en la nave de frutas y verduras; el olor de parrilla se mezclaba con la cañería tapada con los miles de litros que sofocaron las llamas del mercado.

Años de trabajo quedaron reducidos a cenizas.

“No es el primer incendio que hay y nunca nos regresan nada, siempre tenemos que empezar de cero; en 2013 hubo otro y nunca nos dieron nada”, enfatizó María Castellanos, mientras intentaba retirar, sin éxito, los escombros de su local de piñatas.

Juan Morales cumplió 57 años de trabajo en La Merced vendiendo fruta. Tenía dos locales. Uno lo perdió en el incendio en 2013 y desde entonces no ha sido rehabilitado, como se lo prometieron.

El actual quedó desintegrado.

A las 21:00, Juan cerró su local y apenas media hora después, llegando a casa, le informaron que la nave mayor estaba en llamas.

“Regresé y ya estaba todo prendido, no me dejaron pasar pero me metí como pude”, explica con los ojos húmedos y las manos a los costados: no sabe hacer otra cosa que vender fruta.

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Los comerciantes no durmieron ni dormirán. Llevan más de 12 horas recogiendo escombros con herramientas improvisadas; las mismas cajas con las que cargaban su mercancía, ahora sirven para retirar restos carbonizados.

La noche no fue fácil. Algunos comercios fueron saqueados y eso hace que los comerciantes estén más alertas y organizados.

Gregoria –55 años– tenía 12 años vendiendo materias primas.

Con ayuda de sus nietos, Mateo y Orlando, pudo recuperar algunos fierros. Calculó que en mercancía perdió 15 mil pesos; era su patrimonio y sin ayuda de algún tipo su devenir es incierto.

POR MISAEL ZAVALA, MANUEL DURÁN Y DIANA MTZ

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