Libertad se dice píldora

Ante una idea de cambio instaurada en el colectivo global, las mujeres tuvieron su propio estandarte de libertad. La comercialización de la píldora anticonceptiva dio origen a la revolución sexual, misma que les permitió integrarse orgánicamente al movimiento estudiantil como partícipes, no como meras acompañantes. El nexo formulado entre las transformaciones que confluyeron en la época, trajo consigo cambios a largo plazo, resultado de una revolución que hasta hoy es válida. La píldora anticonceptiva fue la pieza clave de la revolución de la condición histórica de la mujer, pues le dio un nuevo significado al propio género, ya que el miedo de un embarazo no deseado constituía el principal obstáculo de la liberación sexual.  
Ser mujer significaba ser madre y durante varios años se les vio como herramientas de la naturaleza para procrear”, consideró el sociólogo Javier Pizarro.
  Añadió que hasta ese momento la mujer estaba ubicada fuera de los circuitos del saber, del poder y, sobre todo, fuera de los circuitos del placer, pues el pensamiento colectivo apuntaba que su anatomía era reproductiva.  
La cuestión está en que ni siquiera la maternidad le pertenecía a la propia mujer, pues era una decisión general, a la que tenía que acatarse”, aseguró.
  Sin embargo, durante el Movimiento Estudiantil del 68 se logró cuestionar el marco explicativo de la feminidad, así como los derechos de la mujer, que, en ese momento, aunque con poca participación, se encontraban en las aulas y en las protestas. Tanto madres como hijas estudiantes dejaron la casa para ser parte de otra realidad pública, mientras que su presencia en las calles era criticada por la sociedad y las instituciones conservadoras.  
Con ello se volvió cada vez más necesario pensar en las mujeres como sujetos políticos, es decir, mujeres que pudieran participar de la modernidad sin quedarse relegadas”, aseveró el sociólogo.
  Para ello, era necesario romper con la idea de que las mujeres fungían el rol de madres, cuestión que no hubiera ocurrido sin que las propias mujeres pudieran controlar su fecundidad, y, por ende, tener control de su propio cuerpo y de su sexualidad. Con la comercialización de la píldora en la década de los 60, aunado a los debates políticos y filosóficos, se pudo incidir de manera contundente en el actuar político y público de la mujer.  
Fue entonces que la idea de la feminidad se reinstaló y las mujeres pudieron identificarse como propietarias de sus cuerpos para gozar de sus derechos al placer, a la independencia y al descanso de las jornadas del trabajo doméstico”.
  La píldora, precursora de otros métodos anticonceptivos ulteriores, ubicaron la maternidad como una opción y abrieron la puerta a la elección y soberanía femenina. Pese a su polémica incursión en el mercado, la píldora fue una herramienta esencial para la inclusión de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, lo que le permitió incidir en la vida política y cultural del país.   Por FRIDA VALENCIA
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