Haz tu denuncia aquí

Canoa, sin huellas de la tragedia de los trabajadores de la UAP

NACIONAL

·
SAN MIGUEL CANOA. En las calles de esta comunidad de Puebla no hay nada que recuerde la tragedia: no hay placas o cruces que marquen el lugar en que hace 50 años murieron dos trabajadores de la entonces Universidad Autónoma de Puebla, confundidos con comunistas; esta fecha no se conmemora de ninguna manera por los pobladores. No han olvidado lo que ocurrió el 14 de septiembre de 1968, porque el fantasma del linchamiento de los jóvenes que pretendían escalar el volcán La Malinche, los ha perseguido a través de los años y repercutió en la vida del pueblo de diversas formas. Ese día murieron dos de los cinco trabajadores de la UAP que se quedaron varados por la intensa lluvia que cayó entonces. Dos víctimas más eran pobladores del pueblo: el dueño de la casa que los cobijó y su hermano. Aunque los pobladores afirman que murieron otras personas. Casi todos los lugares que fueron escenario de la tragedia siguen aquí: el curato, donde les negaron albergue a los excursionistas; la iglesia, en la que está grabado el nombre que de una de las personas involucradas en aquella tragedia, el de Enrique Meza, el sacerdote que en sus sermones alertaba del “demonio del comunismo”; la plaza principal, donde, al igual que en el atrio de la iglesia, se congregaron los habitantes poco antes de las 10:00 de la noche para lanzarse contra los empleados que confundieron con estudiantes.       Habitantes de Puebla hablan con respeto y hasta un poco de temor cuando se trata de Canoa. Édgar nació en la capital poblana hace 28 años. Él sabe que en esa comunidad lincharon a unos estudiantes “porque se querían robar algo de la iglesia y los pobladores no lo permitieron”. Dos repartidores de productos perecederos coinciden en que en cuando van a Canoa a dejar su mercancía, deben “portarse bien, porque, pues ya sabes lo que pasó hace años”, dicen. El Heraldo de México visitó esta comunidad cuyo nombre se hizo famoso al pasar de la página de sucesos policiacos a la cartelera cinematográfica, con la película en la que Felipe Cazals narró lo ocurrido en esta población en plena efervescencia del movimiento estudiantil. La gente de Canoa ha cambiado, aseguró el alcalde de la Junta Auxiliar, Raúl Pérez. “No confunde ya la gente, depende quien vaya contigo para que veas el pueblo. ‘Miren, los señores vienen a esto, esto y esto. Ah, ok’. Ya no pasa que se confundan”.   https://www.youtube.com/watch?v=svRugnheLoc   “Si cuando pasas y saludas, pues dicen es una gente pacífica. También te pueden preguntar: ‘¿Qué viene usted a hacer?’, porque esas son las preguntas que hacen. ‘No pues, viene a sacar una foto, viene a la iglesia, no soy de acá soy visitante’. Pero la gente se te queda mirando y vas y te fijas, no pasó nada”.     Raúl Pérez tenía siete años cuando la turba recorrió las calles de Canoa para cortar la vida de los trabajadores. Él asegura que ese momento no le dio miedo. El próximo 29 de septiembre será la fiesta patronal de Canoa. El alcalde aseguró que se puede ir sin ningún problema, nada más no desprecien la comida, porque eso sí ofende. “Si hay una fiesta te dicen: ‘Joven, ¿quieres un taquito? Pase un taquito’. Pero si entras y no te lo comes, ahí sí no te la acabas. Es mejor que te lo lleves. Si lo dejas, ahí si es una ofensa. Ellos te ofrecen porque piensan que tienes hambre, porque no eres de acá”, señaló. Al mediodía, la plaza está llena de jóvenes y niños que salen de las escuelas. Hay transporte público que lleva, lo mismo a Tlaxcala, vecina del municipio, que a la capital poblana. El náhuatl es parte importante de los habitantes. Lo enseñan en las escuelas de manera obligatoria, refirió el presidente municipal. Y agregó que muchos de los jóvenes lo usan actualmente otra vez, incluso para cortejar a las muchachas. Es tan importante el lenguaje, que ellos llaman “mexicano”, que hasta el sacerdote que llegue a la comunidad tiene que aprenderlo, y aprender los usos y costumbres de la comunidad, porque de lo contrario “la gente se junta y va al Arzobispado y exigen que se los cambien”, apunta el edil.     Los jóvenes preguntan qué fue lo que ocurrió en Canoa hace 50 años. Quieren saber el porqué de esas muertes. No les resultan extraños los linchamientos, porque apenas en marzo pasado ocurrió uno, contra el cabecilla de una banda local. Pero sí quieren conocer qué fue lo que ocurrió con los estudiantes, con la película. Ahora, la comunidad ha dejado los campos y han optado por la albañilería y la construcción como oficio principal. “Han cambiado muchas cosas –reiteró Pérez–, pero lo que no ha cambiado es la unidad”. Y su relación con los estudiantes de otros lugares también se ha modificado. “Vinieron jóvenes de una universidad que quieren cuidar el ajolote. Tenemos manantiales, quieren recorrer los manantiales. Entonces, ya va cambiando mucho más”, mencionó Pérez. Actualmente, las nuevas generaciones tienen sus propias iniciativas para cuidar el ambiente, pues uno de los problemas actuales es la tala ilegal en la zona de La Malinche. Tan sólo el domingo pasado un grupo de muchachos preparó por cuenta propia una jornada para ir al cerro a reforestar. “Hay un cambio muy grande, porque ahora les preocupa también lo que estamos pasando”. Lo que genera más inquietud en comunidad actualmente son sus árboles. Raúl Pérez advirtió las autoridades deben cuidar los bosques de Canoa, porque si no ellos tomarán la iniciativa. “Si Profepa no quiere intervenir, a veces es lo que llega a pasar: no es porque la comunidad quiera levantarse, no, porque a veces hemos tratado de hablar con Profepa que entre, pero no quieren entrar aquí por el temor de que van a ser linchados. Ya hemos pedido, incluso con documentos, y no entra. Ya la gente está armando para detener a las personas que talan, que no son de Canoa. Si Profepa no interviene en esto, no se tarda en que haya muertos”, concluye. POR ANTONIO BAUTISTA cfe

Temas