Detención de El Betito, cierra ciclo de disputas feroces

La detención de Roberto Moyado Esparza, El Betito, cierra un ciclo en la operación de La Unión–Tepito. En la última década, la organización creció a la par del consumo de drogas en la capital y por ello asumieron el control de buena parte de la vida nocturna. De acuerdo con cifras concentradas por el gobierno federal, el narcomenudeo en la CDMX ha tenido un aumento en 197.3 por ciento. En el primer semestre de 2015, se registraron 717 carpetas de investigación, contra 2 mil 132 en el mismo periodo de 2018. La Unión–Tepito surgió como un grupo de protección para comerciantes en el Centro Histórico y zonas aledañas. Sin embargo, tomó fuerza con el tiempo y amplió su labor en actividades ilícitas como narcomenudeo, extorsión y despojo de inmuebles. Atrás quedaron el perímetro A y B del Centro. El grupo delictivo alcanzó zonas de bares en el corredor Polanco–Condesa–Roma– Centro Histórico, incluso dentro de bares y giros negros, algunos bajo su total operación. En julio pasado, los dos subsecretarios de Operación Policial, de la Secretaría de Seguridad Pública, Álvaro Sánchez y Edgar Bautista Ángeles, informaron que restauranteros de Polanco manifestaron que eran extorsionados por La Unión–Tepito. Además de El Betito, entre los fundadores estuvieron Ricardo López Reyes o Ricardo López Castillo, El Moco; Francisco Hernández Gómez, y Pancho Cayagua, quien fue apadrinado por Édgar Valdez Villarreal, La Barbie. Con el tiempo se dieron fracturas internas, lo que generaría disputas. La guerra en el interior de La Unión provocó uno de los periodos más violentos en la capital. En agosto de 2016, Pancho Cayagua fue detenido por un doble homicidio, hecho que aprovechó Moyado para obtener mayor poder dentro de la organización. Más de un año después, por órdenes de El Betito, ya en libertad, Francisco Hernández fue asesinado en Gustavo A. Madero, mientras que ordenó la cacería de El Moco, quien fuera detenido en mayo de 2018, según la Procuraduría local. Ahora, con los ajustes de cuentas, muerte y detención de los principales líderes, la puerta queda abierta para que una organización antagónica se reposicione. MANUEL DURÁN Y CARLOS NAVARRO
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