Durante la primavera, la neblina desértica cubre la periferia de Saltillo, y la mañana del martes había rociado la colonia Los Rodríguez dejando un distintivo olor a tierra mojada que refrescaba el estacionamiento del hotel donde José Antonio Meade encabezaría su primer acto de campaña de su gira por el noreste el país.
La carpa gigante que acomodaba a los simpatizantes del candidato comenzaba a llenarse, cuando una docena mujeres entonaron una porra a todo pulmón: “¡Rubén, Rubén, Rubén!”, en honor al ex gobernador de Coahuila.
A escasos metros, la esposa del político, Carolina Viggiano, sonreía y saludaba a las mujeres, agradeciendo el apoyo. Como la mayoría de los presentes, doña Carolina —como la llamaban las señoras— vestía pantalón negro y blusa blanca, que le permitía mezclarse entre la multitud.
A un costado del templete principal, recibía a los candidatos a diputados locales y figuras del priismo local. Con su mirada adusta vigilaba a todos los involucrados en la preparación del evento, pero sonreía gustosa cada que alguien se acercaba a pedirle una fotografía, sólo se tomaba un segundo para acomodar su cabello rubio cobrizo y se acercaba para tomar la selfie.
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FOTO: @CTM_MX[/caption]
Con teléfono en mano tomaba llamadas, al mismo tiempo que daba indicaciones a los organizadores, sin perder la expresión serena en el rostro. Tenía todo bajo control. Cuando Meade arribó al evento, las bocinas estallaron con el sonido de su canción de campaña: “El Mero Mero”, y las más de mil mujeres invitadas se pusieron de pie para aplaudir y ondear sus banderas.
En ese momento, Viggiano se alejó del centro del templete y presenció a la distancia el mitin con una ligera sonrisa de satisfacción. Nacida en 1968 en el pueblo hidalguense San Juan Ahuehueco, Carolina Viggiano Austria, se formó como abogada en la universidad estatal, y a los tres años de su graduación fue electa como diputada local por el PRI, y al dejar ese cargo, la nombraron secretaria del comité estatal.
Allegada del ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, Viggiano escaló rápidamente en las filas del priismo hidalguense y nacional. Fue en 2010 que se casó con Rubén Moreira, y un año después se convirtió en la primera dama de Coahuila. Una vez concluido el mandato estatal, meses antes de las elecciones, Rubén fue nombrado secretario de organización del PRI nacional y Carolina como operadora política de José Antonio Meade en los estados del noreste del país.
Su primera prueba fue superada —al parecer— positivamente, pues los cuatro eventos que encabezó Meade en Coahuila, y los tres en Tamaulipas, se realizaron sin mayor contratiempo. A lo que el candidato no pudo escapar fueron a los cuestionamientos sobre cómo las acusaciones de malversación de fondos de los ex gobernadores coahuilenses afectarían su campaña. Meade respondió que ninguna de las investigaciones había determinado culpables de ningún delito.
—¿No teme a un voto de castigo? — preguntó un reportero.
—El parido convocó para que fuera su abanderado a un candidato con un perfil limpio —dijo Meade, visiblemente molesto.
—¿Habrá más Moreiras durante su gobierno?.
—En mi gestión no habrá escándalos, no habrá moches, no habrá ligas y no habrá naves industriales —respondió el candidato, quien dio fin a la conferencia de prensa con un gentil, “gracias y con permiso”.
POR LUIS PÉREZ
