VILLAHERMOSA. La inseguridad de Tabasco, estado que ocupó el primer lugar nacional en secuestros el año pasado, se agrava por la descomposición del tejido social y el impacto de una economía colapsada por la baja del precio del petróleo.
En la entidad, que hace años era considerada “el edén” del sureste mexicano, se vive una situación criminal atípica, de acuerdo con las autoridades. Un reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) establece que mientras en el país la tasa de desocupación hasta febrero de este año se mantuvo en 3.21 por ciento, lo que indica un ligero descenso respecto a 3.4 por ciento reportado en el mismo mes de 2017, por entidad federativa, Tabasco se mantuvo a la cabeza con una tasa histórica de 8.2 por ciento.
El fiscal estatal Fernando Valenzuela Pernas expuso que hace año y medio, en una reunión con responsables del área del país, el secretario de Gobernación les aseguró que en Tabasco se presentan con mayor frecuencia casos de secuestro entre familiares, amigos y vecinos.
Aquí se vive una situación criminal atípica, pues en últimas fechas se ha detenido a bandas criminales que son extremadamente agresivos con sus víctimas, a quienes incluso prenden fuego, apuntó.
Expuso que las pandillas están integradas por parientes, y lo lamentable es que ninguna de ellas ha “puesto orden”. El fiscal tabasqueño subrayó que uno de cada dos secuestros es cometido por familiares o amigos del primer círculo de la víctima. El año pasado, las autoridades detuvieron a cerca de 500 secuestradores de más de 80 bandas, de los cuales 80 por ciento sigue en prisión.
El pasado 9 de abril fue secuestrado un niño de tres años en el poblado C-31, de Huimanguillo, cuando fue a comprar a una tienda. Cuatro días después la policía entró a la casa de seguridad donde lo tenían, pero el rescate no se concretó porque el infante ya estaba muerto. Sus captores le quebraron las costillas y lo asfixiaron. Los responsables son sus vecinos.
Uno de los detenidos es una joven de 24 años que estudia Enfermería y que vivía al lado del pequeño, lo que significa que lo vio nacer y lo conocía desde bebé; el otro cómplice es un muchacho de 18 años, su pareja sentimental.
La Fiscalía indicó que a Milito lo inyectaron para sedarlo, pues la idea era un secuestro exprés, pero como la familia no logró reunir la suma que pedían, decidieron matarlo.
El 15 de abril, menos de una semana después, en el poblado C-20, de Cárdenas, fue asesinado un menor de dos años de edad que había sido sustraído de su casa; la policía detuvo a tres personas. De acuerdo con el Observatorio Ciudadano de la entidad, Tabasco alcanzó durante 2017 el primer lugar nacional en inseguridad por cada 100 mil habitantes.
POR RODULFO REYES