Tuxtla Gutiérrez.- Han pasado cuatro años desde que la señora Guadalupe Palacios empezó a leer y escribir a través de uno de los programas del Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos (ICHEJA). Hoy en su primer día de clases de preparatoria; la anciana dice que se "siente a todo dar".
Sentada en uno de los salones de la Preparatoria Número II en esta capital, doña Lupita enseña una de sus libreta, los profesores han pedido a los alumnos actividades a realizar, luego de que este día tocó celebrar los honores a la bandera.
Cuando los periodistas le cuestionan su experiencia con las letras y si dentro de sus planes está terminar una carrera, ella contesta entusiasmada: “para qué me sirve la carrera si ya no puedo servir” y a la par también ríe. Aun así, la madre de siete hijos dijo estar contenta por asistir hoy lunes a la escuela y portar con orgullo el uniforme de la institución.
Ella adelanta que no todos los días podría asistir a clases porque tiene que ayudar a cuidar a su nieta con discapacidad, “sucede que mi hija, la mamá de la niña trabaja y yo tengo que apoyar”.
A Lupita no sólo le gusta hablar de su experiencia como estudiante, también la agrada contar que en la vida no todas las suegras son malas, “nosotros también entendemos a las nueras”, dice al recordar que tiene siete hijos, “todos con carreteras universitarias”.
En su tiempo ella no pudo ir a la escuela porque tenía que sembrar la milpa, maíz, frijol y otros cultivos que se daban en la comunidad Vicente Guerrero en el municipio de Ocozocoautla; sin embargo, actualmente al enterarse de que aún podía aprender a leer y a escribir, no dudo en formar parte del programa estatal que busca disminuir los altos índices que colocan a Chiapas en los primeros lugares en analfabetismo a nivel nacional.
A quienes no les gusta estudiar y sólo andan de novio, Lupita les envío el siguiente mensaje: “sus papas dejan de comer carne y comen frijol para que vayan a estudiar, y ustedes qué hacen acá con el novio, vayan a otro lado a estudiar”.
POR MARIANA MORALES
Ella adelanta que no todos los días podría asistir a clases porque tiene que ayudar a cuidar a su nieta con discapacidad, “sucede que mi hija, la mamá de la niña trabaja y yo tengo que apoyar”.
A Lupita no sólo le gusta hablar de su experiencia como estudiante, también la agrada contar que en la vida no todas las suegras son malas, “nosotros también entendemos a las nueras”, dice al recordar que tiene siete hijos, “todos con carreteras universitarias”.
En su tiempo ella no pudo ir a la escuela porque tenía que sembrar la milpa, maíz, frijol y otros cultivos que se daban en la comunidad Vicente Guerrero en el municipio de Ocozocoautla; sin embargo, actualmente al enterarse de que aún podía aprender a leer y a escribir, no dudo en formar parte del programa estatal que busca disminuir los altos índices que colocan a Chiapas en los primeros lugares en analfabetismo a nivel nacional.
A quienes no les gusta estudiar y sólo andan de novio, Lupita les envío el siguiente mensaje: “sus papas dejan de comer carne y comen frijol para que vayan a estudiar, y ustedes qué hacen acá con el novio, vayan a otro lado a estudiar”.
POR MARIANA MORALES