Patricia Mercado salió “curtida” de la administración capitalina.
Compitió en la elección presidencial de 2006, la que ganó Felipe Claderón con apenas 0.56 por ciento ante Andrés Manuel López Obrador.
Ella logró 2.7 por ciento de los votos. Sabe que pudo ser fiel de balanza en esa histórica contienda.
Hasta 2014, el papel político de Mercado había sido desde la oposición, sin cargos públicos, en el movimiento feminista, a favor de la despenalización del aborto, la legalización de la mariguana, así como la diversidad sexual y política.
Sin conocerlo, levantó la mano con Miguel Ángel Mancera para entrar al Gobierno de la Ciudad de México.
Cuando Carlos Navarrete dejó la Secretaría del Trabajo local para dirigir al PRD nacional, el Ejecutivo capitalino buscó a una mujer para lograr un gabinete con mejor paridad de género, pues la mayoría siguen siendo hombres.
Pero la oportunidad que hoy proyecta a Mercado al Senado de la República llegó en 2015 con elección intermedia y división de la izquierda. El PRD dejó de ser primera fuerza y surgió Morena.
Mancera le ofreció la Secretaría de Gobierno con una frase: “… Quisiste ser Presidenta ¿no? Entonces, esto no es nada…”.
Hoy Mercado reconoce que no es lo mismo estar en la oposición que en el gobierno, menos en la segunda posición con más responsabilidad en la Ciudad de México; lidiar con la política interna capitalina, organizaciones, activistas, vecinos combativos, una sociedad altamente politizada, sin contar con el sistema penitenciario local.
Sin militar en Movimiento Ciudadano y como parte del grupo político de Mancera, Mercado tiene una curul asegurada, pues encabeza la lista plurinominal de ese partido al Senado.
Por eso ya arrastra el lápiz para el diseño de su agenda legislativa, que pasará por intereses propios en materia laboral, reinserción social y una reforma para definir al Estado laico, pero también en el diseño y conformación del Gobierno de Coalición con el PRD y PAN.
Por esa razón, Mercado confía que Mancera logre su candidatura, pero que no solamente sea su compañero de curul, sino coordinador de las acciones de la coalición Por México al Frente.
–¿Cómo llegó al equipo de Mancera?
Yo me acerque. Él pidió que le fuera propuesta de una mujer para la Secretaría del Trabajo. Su idea era lograr la paridad en los altos puestos. Al mismo tiempo, yo le comenté a (feminista) Martha Lamas, que conoce a Mancera. Dije: es ahí donde yo quiero, por primera vez, estar en un gobierno.
–¿Cómo llega a la Secretaria de Gobierno?
En el 2015 pasó algo. En la elección intermedia el PRD, que es su partido amigo, el partido que lo lleva al poder pierde la mayoría de las delegaciones, la mayoría de la Asamblea. El jefe de Gobierno me lo dijo: ‘me parece que hay algo que no estamos escuchando. Te encargo que escuches, que te relaciones con las organizaciones de la sociedad civil, y me digas qué falta’.
Yo dije que llegó un momento de una gran pluralidad en la política y una diversidad social, donde cada uno de los grupos sociales, vecinos y padres de familia están pidiendo ser escuchados e incidir en la política pública.
–¿Es difícil la política interna de la ciudad?
Hay mucha polarización en este momento.
–¿Se curtió?
Absolutamente, curte el cargo. Creo que aprendes mucho. Tenemos esa gobernabilidad que implica estar con el ciudadano que se siente ofendido y que tiene una demanda hasta el sistema penitenciario, con 27 mil internos.
–¿Se considera parte del grupo político de Mancera?
Sí me considero, en estos cuatro años y medio hemos construido confianza, eso no significa que estemos de acuerdo. Es una persona que escucha, es muy fácil lograr el entendimiento. Si va al Senado, tendrá que ser líder, tendrá que ser coordinador del Frente.
–¿Cómo sería una coordinación del Frente?
Seria sobre los temas comunes. Aumento al salario mínimo, renta básica, gobierno de coalición. En los temas donde tenemos diferencias puede ser como senador o cada fracción va a trabajar por sus convicciones.
–¿Qué agenda personal llevará?
Hay varios, el fiscal general, el fiscal anticorrupción. Que estos nombramientos generen confianza en la población, no sean como cuota política, que sean de un proceso muy transparente. El reconocimiento de las trabajadoras del hogar y una reforma al artículo 40 constitucional, donde se definió a nuestra República laica. Sin embargo, no está definido el laicismo. En este contexto de pluralidad si no tenemos muy claro qué significa el estado laico, no sólo la libertad de culto, sino que nadie le puede imponer a ninguna persona su manera de pensar, su manera de vivir, me parece fundamental. De otra forma, puede haber tentaciones donde alguien quiera decir cuál es el camino ético o moral.
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POR MANUEL DURÁN