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Inclusión, clave para el desarrollo
por Lisbette R. Lucero
ENVIADALEÓN. Con la comercialización de sillas de madera rehabilitadas, la Asociación Leonel de Adaptación del Down A.C. (ALAD) brinda una opción a personas con Síndrome de Down para desarrollar su talento y busca que, en un futuro, sea una forma de emplearse.
La inclusión es una palabra que va más allá de abrir espacios a personas con discapacidad: significa que ese individuo pueda estudiar, desarrollarse y, sobre todo, que sea aceptado e integrado en la sociedad como cualquiera, explica Alberto Paniagua Vargas, director de ALAD, asociación que durante 35 años ha brindado conocimientos a los padres, y educación y talleres a personas con Síndrome de Down, para que puedan desenvolverse en cualquier ámbito.
La idea para vender sillas de madera rehabilitadas y decoradas surgió del taller Pinceladas Down, impartido por la educadora Gabriela Sánchez.
El proyecto ha superado las expectativas, tanto, que tienen lista de espera para surtir pedidos y han recibido solicitudes de personas de Canadá y Brasil que tienen algún familiar con el síndrome y que desconocían el potencial que tienen estas personas.
La idea es global y en primera instancia busca revivir alguna silla o mueble de madera arrumbado y si no hay tal, el trabajo se realiza en uno nuevo; los diseños son mandalas y obras de arte realizadas por los chicos del taller.
“La idea de las mandalas es porque para todos, no sólo a los talleristas, es una fuente de motivación y concentración; los colores hacen que te equilibres y te cambie el estado de ánimo”, señala Gabriela Sánchez, quien está postulada al Premio Estatal de Artes Diego Rivera por su labor educativa a través del arte. Este proyecto sirve para becar a los participantes, a la par que se busca a largo plazo pagar a cada joven por su trabajo.
TIEMPO DE INCLUSIÓN
“Tengo un amigo que su hijo con Síndrome de Down va a una escuela regular, y le pregunto '¿tiene amigos?, no –me dice–, a mi hijo le gusta estar solo'. Entonces te preguntas, ¿le gusta estar solo o ni sus compañeros ni la maestra lo integran? ¿Entonces de qué inclusión estamos hablando?”, se pregunta el también pedagogo Paniagua Vargas.
Comenta que inclusión no es solamente juntarlos a todos, al tiempo que valora el que se hable sobre el tema, aunque no de la forma correcta.
La inclusión es convivencia, integración, cariño, amistad, ganas de aprender, ganas de salir adelante como sociedad, porque a las familias con integrantes con Síndrome de Down les molesta que los veamos con compasión.
“Tengo que darle la herramienta al niño para que se integre con éxito a la sociedad y también a la sociedad le tengo que dar herramientas para que sepa integrar con el mismo éxito a las personas con Síndrome de Down, si no, esto no tiene chiste”, señala.
En la asociación, los niños tienen clases de pensamiento lógico-matemático, lectoescritura y lenguaje, herramientas que ayudan a los niños para comunicarse de manera exitosa con la visión de que puedan integrarse a una escuela regular.
“Lo primero y más importante es integrarlos al ámbito familiar. Muchas veces los papás padecen un duelo, no esperan esas características cuando nacen sus hijos, y muchos se quedan en esa batalla. Hablamos con los papás, le brindamos información y las herramientas, porque van a sacar a su hijo adelante dependiendo de las ganas que tengan”, enfatiza.
ALAD recibe a las personas con Síndrome de Down de cualquier edad; se realiza una valoración y, según el diagnóstico, se implementa el plan de acción. "Nos preguntan si los chicos con Síndrome de Down tienen talento. ¡Claro!, pero hay que desarrollarlo, como en todas las personas", enfatiza.