A tres años de terminar la carrera, Karina volvió a la Facultad de Contabilidad y Administración en CU, donde fue víctima del amedrentamiento por quienes venden droga en los frontones.
Cuando se dirigía por el camino verde —en dirección a Ingeniería— con su celular en la mano, un adolescente de aproximadamente 17 años se lo pidió porque, según él y los hombres y mujeres con quienes estaba —cerca de 25—, les había tomado fotos y videos.
Ante la negativa de Karina de entregar el aparato, llegó otro hombre de mayor edad para intimidarla aún más, pero de nuevo dijo “no” y apretó el paso.
Cuando estaba a cinco metros de entrar al anexo de la Facultad de Ingeniería, dos mujeres le cerraron el paso y dos hombres se colocaron atrás de ella para amedrentarla.
“Entréganos el celular. Ahorita está bien caliente el pedo, no nos vayas a chingar”, dijo uno de ellos y le volvió a exigir el teléfono. La joven se negó y respondió: “Lo que están haciendo no me interesa”. Accedió a mostrarles las fotos y videos, pero sin entregar el teléfono.
La hicieron borrar imágenes de la escuela, pese a que ninguno salía en ellas y al final uno le advirtió: “Te fue barato”.
Karina dice que durante su recorrido por el anexo no encontró a ningún vigilante, cuando antes —recuerda— pasaban los vehículos de vigilancia UNAM.
La única persona a la que pudo recurrir fue a un guardia de la caseta del estacionamiento a quien le contó lo ocurrido. La respuesta fue: “Ya conocemos la situación, pero no podemos hacer nada. Pediré a un compañero que vaya a dar un rondín”.
Daniel, estudiante de Ingeniería, lamenta la inseguridad que hay en el campus central de la UNAM. “Siento impotencia. Ni en el estacionamiento de la escuela me siento seguro”, lamenta.
Él vivió un episodio similar al de Karina, pero al joven sí le destruyeron su teléfono. “Te intimidan con tan sólo voltear a verlos”.
Milton también ha sido testigo de la forma en que los vendedores atemorizan a quienes andan por CU. Como cada sábado acudió a sus clases orientadas en la Facultad de Derecho.
Estudiante de la carrera en el sistema abierto, se encontró en su camino, en el espacio verde y arbolado conocido como Las Islas, a tres dealers enfiestados desde el viernes en la tarde.
“Se sienten los dueños de Las Islas y más cuando traen la fiesta encima. Los sábados son pocos, pero andan con los ojos de huevo cocido y muy prepotentes”, detalló.
Milton conoció el caso de dos de sus compañeras que fueron acosadas por dos vendedores varones y una mujer:
“Les decían que no fueran apretadas, que se ve que eran bien pachecas y que ellas tenían lo que necesitaban”.
En 2011 un diagnóstico sobre la inseguridad en la UNAM, realizado por las asociaciones civiles Sociedad sin Fronteras y Frente Nacional de Mujeres Rosa Luxemburgo reveló que 40 por ciento de la comunidad estudiantil se siente insegura en ellas y en la periferia de Ciudad Universitaria.
POR LIZETH GÓMEZ DE ANDA