El martes 19 de septiembre el taller mecánico de Francisco Javier Flores fue uno de los 180 negocios que quedaron devastados por el terremoto que afectó a la CDMX.
Hasta ahora son pocos los establecimientos que han logrado recuperarse al 100 por ciento, entre ellos está dicho taller en Coyoacán. Con el esfuerzo de quienes laboraban ahí, logró emerger entre los escombros en cuatro cuatro meses y medio, para brindar servicio desde hoy.
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“Es algo nuevo, una nueva sensación de poderse volver a levantar. La vida sigue. Afortunadamente lo puedo decir. Corrí con la fortuna de no haber estado aquí. Tenemos que apurarnos para volver a generar un recurso para salir adelante”, explicó a El Heraldo de México el dueño del negocio, Francisco Javier Hoy es un espacio renovado.
Sólo una de las tres plantas quedó en pie, pero fue demolida. Una pequeña oficina y bardas perimetrales ahora ocupan el predio, que es bordeado por coches chatarrizados sobre los que cayeron los escombros. Un esfuerzo de 11 años, que inició de cero y era parte de sus sueños mientras estudiaba la carrera de Ingeniería Industrial, se vino abajo.
El negocio se ubicaba en Calzada de Santa Ana 300, en la colonia Ampliación San Francisco Culhuacán, en Coyoacán. “Fue una idea mía de muchos años, un anhelo de tener mi negocio propio. En aquella (época) no había muchos recursos y a mí me gustaban muchos los coches”, rememoró.
Aquel 19S, Francisco Javier se encontraba en una vulcanizadora cerca de su negocio, cuando sintió el temblor. Emprendió el regreso. Conforme avanzó, la angustia aumentó. Fue hasta la esquina de Escuela Naval Militar y avenida Santa Ana que observó el inmueble destruido.
“Tenía la certeza de que no había pasado nada, pero cuando venía caminando veía gente espantada. Fue de impacto, complicado. Éste es un negocio familiar donde trabaja mi esposa”, recordó. Momentos después del sismo, elementos de la Secretaría de Marina y bomberos llegaron para labores de rescate.
A ello se suma que 16 vehículos se encontraban en el taller, todos quedaron destruidos. Gracias al seguro de algunas unidades y la comprensión de otros dueños, sólo una persona pidió indemnización. Sin embargo, el impacto de perder el negocio familiar no lo limitó.
Al lunes siguiente de la catástrofe regresó a las labores, pero en el patio, en casa sus familiares. Aunque perdió herramientas que podrían alcanzar un total de 40 mil pesos, se sobrepuso a la debacle y está disponible para atender los autos que sean necesarios.
POR CARLOS NAVARRO
Viernes 6 de Diciembre de 2024