Dan esperanza a familiares de desaparecidos

Martha dedicó todo el día, la motivó la esperanza de encontrar a su esposo que desapareció hace tres años. De madrugada salió de Atzacoaloya, Guerrero; viajó con sus hijos, Ernestina y Mario, de 15 y 7 años, hasta Chilpancingo, para que autoridades federales les tomaran una muestra de sangre y mucosa bucal para obtener su ADN y hacer un comparativo con los cadáveres que hay en los servicios médicos forenses del país. https://youtu.be/PEwbkvo0568 Mientras Mario juega con un balón que le regalaron integrantes de una asociación civil al llegar al Centro de Salud "Guillermo Soberón Acevedo", su madre mira hacia todos lados y comparte con otros familiares de desaparecidos que acuden al lugar, el temor a ser vigilados por la delincuencia organizada; varios han sido amenazados. El niño de 7 años no sabe que su padre está desaparecido y cuando pregunta dónde está, la respuesta que obtiene de Martha es que hay mucho tráfico en la carretera y no lo dejan pasar; así ha sido desde hace tres años cuando Humberto salió de su casa y no se supo más de él; los vecinos de Martha sólo escucharon cuando arrancó un auto, pero no quisieron dar su testimonio a las autoridades por miedo. A esta jornada de toma de muestras genéticas en Chilpancingo arribaron en un autobús alrededor de 40 familiares de desaparecidos, muchos hablan náhuatl y confían ciegamente en ser guiados por quienes pueden comunicarse en español. Son madres, esposas, hermanas e hijos en su mayoría, cuyos pies muestran el cansancio por caminar desde sus comunidades hasta Chilapa, donde los recogió el autobús que les proporcionó una organización civil, pero ninguno tuvo los recursos para desayunar y así esperaron durante más de seis horas. [gallery size="full" ids="229825,229827,229829,229831,229833"] El dolor y la incertidumbre de los familiares de personas desaparecidas son una constante en Guerrero. Pero esta jornada, en la que participaron autoridades federales y la Fiscalía del estado y que se realizó también en Acapulco e Iguala, impulsó a las víctimas indirectas a no claudicar, incluso a aquellas que llevan más de cinco años buscando en los rincones de la entidad, incluidas fosas clandestinas. Algunos prefieren no hablar de su caso, ese silencio también lo comparten autoridades que optan por permanecer en el anonimato, pues Guerrero es un foco rojo en la desaparición de personas, seguido de Veracruz y Tamaulipas. La PGR ha recibido aproximadamente 400 denuncias, principalmente de Iguala, y en alrededor del 20 por ciento, se detectó la posible participación de servidores públicos como policías municipales, de acuerdo con un agente del Ministerio Público de la Fiscalía Especializada de Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada, que prefirió se omitiera su nombre. “Son jóvenes, fueron reclutados para trabajar con la organización criminal y en otros sabemos que fueron secuestros porque se dedicaban al comercio, otros eran taxistas y otros eran personas que estaban en el hogar nada más y fueron sacadas de su casa, pero en su gran mayoría son jóvenes, hombres y mujeres también, entre 16 y 26 años”, comentó a El Heraldo de México mientras supervisaba la jornada en Iguala. La mayoría de las carpetas de investigación -325- corresponden a familiares que conforman el colectivo Los Otros Desaparecidos de Iguala, se han encontrado 158 cuerpos y ya entregaron 33. [gallery size="full" ids="229839,229841,229843,229847,229849"] El agente ministerial señaló que la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa destapó la problemática en la entidad, ya había desapareciendo por la pugna entre Los Rojos y Guerreros Unidos. La violencia se desató, dijo, porque el Cártel de Jalisco Nueva Generación quiere tener el control del territorio. Según el servidor público federal, se han encontrado en este lugar 87 fosas clandestinas, pero para las organizaciones criminales ya no es necesario enterrar los cuerpos en estos lugares, pues ya los dejan cubiertos con mantas "a flor de tierra"; todo depende de la forma que caracteriza al grupo delictivo. POR DIANA MARTÍNEZ  
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