Con orígen prehispánico, los matlatzincas viven en Francisco Oxtotilpan. Conforman una de las cinco comunidades indígenas asentadas en el Estado de México que observa cómo su idioma está a punto de desaparecer. Sólo los más viejos lo hablan, pero no lo saben escribir y a los jóvenes no les interesa aprenderlo.
La Ley de Derechos y Cultura Indígena estatal, reconoce en la entidad la existencia de los pueblos indígenas: mazahua, otomí, nahua, matlatzinca y tlahuica.
El Censo de Población y Vivienda 2010 del INEGI, registró 222 mil 394 mexiquenses hablantes de dichos idiomas. El Matlatzinca ocupa el cuarto lugar, con 909 hablantes, el 0.41 por ciento del total. Pero, el jefe supremo de la comunidad, Rafael Hernández Martínez, estima que en total son 700.
La discriminación es la causa principal de que cada vez se hable menos matlatzinca. Los hijos de las personas mayores ya no enseñan su lengua a los nietos ni bisnietos, debido al sentimiento de vergüenza que les ocasiona.
Pero, los matlatzincas, regidos por sus propios usos y costumbres, no se dan por vencidos. Desde hace varios meses solici- taron autorización en la escuela primaria para enseñar la lengua de sus ancestros. Actividad que realizan de manera no oficial.
“Nos interesa difundir nuestra lengua. Las personas que todavía la hablan bien, son ma- yores de 40 años, pero los más jóvenes, aunque lo entienden, no lo hablan. No hay escuelas para fomentar la lengua. Otro problema es la discriminación, cuando vas a otro lado y hablas matlatzinca, te ven raro, te señalan”, dijo Rafael Hernández Martínez.
El jefe supremo constituye la autoridad máxima, ante las autoridades nacionales, estatales y municipales. Trabaja con delegados, quienes gestionan apoyos para la comunidad. Ambos son elegidos democráticamente en asambleas.
ALEGRES Y BROMISTAS
Por un camino del bosque, se llega a la casa del jefe supremo. Para hacerlo hay que cruzar un río, limpio y transparente.
Siempre alegre, Hernández Martínez precisó que la población total es de aproximadamente mil 300 personas, más los paisanos que viven en la Ciudad de México, Toluca o Estados Unidos.
Como parte de los derechos de los pueblos indígenas, buscan tener un representante dentro del ayuntamiento de Temascaltepec.
La comunidad, mayormente católica, tiene otras figuras que la representa ante la Iglesia: un fiscal, siete mayordomos y sus ayudantes, quienes se encargan de organizar las fiestas religiosas.
El respeto por la naturaleza, heredado por sus ancestros, es tan fuerte que están a punto de frenar un proyecto de drenaje del gobierno municipal, porque podría contaminar el río.
“Uno de mis nietos, luego de unas vacaciones conmigo, regresó hablando matlatzinca, cuando le preguntaron de dónde eran esas palabras, respondió que no entendía por qué lo obligaban a aprender inglés, si a él le gustaba más el idioma de su abuela”, comentó Teodora Hernández Martínez, de 87 años.
Con la misma edad, don Salvador Hernández, quien realiza labores de campo, comentó molesto la razón de que se esté perdiendo el idioma: “Dicen que se oye mal si lo hablan, ¿por qué, si es nuestro? Nos lo enseñaron nuestros padres y los hijos tienen la culpa, ellos lo hablan, pero usan español con mis nietos”. La señora Josefina Martínez, con 80 años a cuestas, asegura que sus nietos entienden, pero no lo hablan. “Ya no quieren”.
Por Leticia Ríos