“Llegaron a México temiendo que fueran a encontrar más violencias. Pero en lugar de eso encontraron un nuevo hogar y una segunda oportunidad”, así abre su artículo The Guardian, en el que su articulista Nina Lakhni cuenta la historia de tres refugiados sirios en nuestro país, particularmente en Aguascalientes.
Son los relatos de Silva Hassan Namo, de 22 años; Amer Bahra, de 24; y Ahmed Aldabak, de 23. Ellos llegaron provenientes de Irak, lugar a donde huyeron de la guerra civil que azota su natal Siria.
Imagina que estás muerta y alguien te da una cura milagrosa. Así se siente venir a México, como si hubiera vuelto a nacer.La primera en conseguir una beca para llegar a México fue Hassan, pero su familia se preocupó por la violencia que había visto en las novelas mexicanas, donde se contaban historias de venganza, luchas fratricidas y jefes mafiosos, narcos. “El sueño de mi padre fue siempre que sus hijos estudiaran y se convirtieran en algo. Pero estaba preocupado de que fuera a México porque pensaba que era un país de criminales y mariguana”, relata a The Guardian la joven, una de 10 sirios que llegaron a nuestro país gracias a Proyecto Habesha, una Organización No Gubernamental fundada por el costarricense Adrián Meléndez que buscó becas para que estudiantes sirios terminaran sus estudios. Al menos medio millón de sirios han sido asesinados durante los conflictos, y otros 11 millones desplazados. 39 han llegado a México de manera independiente, pero el Proyecto Habesha busca traer más. [caption id="attachment_52128" align="alignnone" width="1200"] Silva Hassan Nam y su esposo Jack Mohammed. Foto: Nina Lakhani para The Guardian[/caption] “Imagina que estás muerta y alguien te da una cura milagrosa. Así se siente venir a México, como si hubiera vuelto a nacer”, añade Hassan, quien es la segunda estudiante mujer en ser seleccionada y llegó a nuestro país junto con su esposo, Jack Mohammed de 24 años. Sobre su nuevo hogar, Aguascalientes, su esposo Jack asegura: “así era Siria antes de la guerra, todos mezclados juntos”. Sobre la reputación de violencia que adquiere México aceleradamente, su matrimonio ha encontrado en el Bajío. “Salgo a la tienda a las 3 de la mañana y está bien, nadie me va a matar por mi nacionalidad o religión. Hay mafia en todos los países. No puedes comparar a México con Siria o Irak, los peligros son muy distintos”, añade. Pero la preocupación de los padres de Hammad no está mal fundada. Ahmed Aldabak tuvo la misma experiencia. Su familia conservadora sunni tuvo que dejar Aleppo en 2012 cuando él fue alcanzado por un francotirador. Regresaron años después, pero él tomo la oportunidad de venir a México en cuanto la tuvo, a pesar de que estaba preocupado por su reputación violenta. “Me preocupada mi seguridad, mi familia estaba preocupada también. Pero Aleppo es muy peligroso, Aguascalientes está bien”, evalúa y se ríe. Su plan es hacer una maestría en Ingeniería de Telecomunicaciones y volver a Siria cuando se recupere la paz, aunque se muestra inseguro de que eso suceda pronto. Aunque los mismo mexicanos perciben también que la inseguridad, junto con la corrupción son los principales flagelos que azotan a nuestro país, siempre es interesante conocer una perspectiva fresca y distanciada de cómo se vive en México, a pesar de los pesares. Por Redacción El Heraldo