Un grupo de campesinos del centro de México observa inmóvil el paso de un convoy militar por sus campos de lechugas, coles y cebollas, mientras los uniformados les miran preguntándose quiénes de ellos son en realidad espías de las poderosas pandillas de ladrones de combustibles.
La dimensión del problema puede apreciarse en cifras: el número de tomas clandestinas pasó de 186 en 2012 a 2.683 hasta el 31 de marzo de 2017. El año pasado la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) descubrió 6.837 tomas, según cifras oficiales.
Este tipo de robo le ha costado unos 2.410 millones de dólares, explicó a la AFP Carlos Murrieta, director de Transformación Industrial de Pemex.
Los hurtos adquirieron otra dimensión tras la liberalización de las gasolinas a principios de año cuando la más barata se situó en unos 15.80 pesos, mientras que en el mercado negro se compra por la mitad de un dólar.
[caption id="attachment_24340" align="aligncenter" width="1024"] Robo de combustible[/caption]
En el camino de terracería, la tensión entre militares y campesinos continua.
"Es muy difícil detectar quién se dedica a esa actividad", cuenta a la AFP un militar bajo anonimato por su seguridad.
Los que roban son los llamados "huachicoleros" y forman una cultura con su propio "niño Dios" -bidón y manguera en mano- y música al estilo de los narcocorridos.
Los vehículos artillados avanzan por abundantes cultivos por donde el olor a gasolina se vuelve insoportable a veces, hasta que se internan en un paupérrimo barrio con la mayoría de calles sin pavimentar y las casas pintadas de amarillo y anaranjado.
[caption id="attachment_24342" align="aligncenter" width="1024"] Toma Clandestina[/caption]
"Creemos que uno (de los ladrones) vive en esa (vivienda) y en la de allá otro", dice un funcionario de Pemex de la subdirección de Salvaguarda Estratégica, que acompaña el recorrido.
Se trata de la colonia San José Carpinteros del municipio de Tepeaca, en el estado de Puebla. Por aquí pasa el poliducto que transporta diésel y gasolinas desde Minatitlán (Veracruz) hasta Ciudad de México y aquí es dónde más roban los "huachicoleros".
"A la hora de detectar que hay un robo de combustible paramos las bombas, pero se queda cargado el ducto", cuenta Murriera. "Y aunque no estemos bombeando, tiene suficiente presión por los cambios de pendientes" orográficas, lo que no sucedería si el ducto estuviera en una superficie plana.
[caption id="attachment_24338" align="aligncenter" width="1024"] Trabajadores arreglan una toma clandestina[/caption]
Tepeaca y otros cinco municipios conforman el "Triángulo Rojo", controlados a punta de armas por dos peligros delincuentes: "El Toñín" y "El Bukanas", ambos relacionados también con el tráfico de drogas.
Cerca está Palmar de Bravo, otro punto caliente donde cuatro militares y seis civiles murieron en una confrontación en mayo.