Chedraoui: el patriarca de las élites

La última vez que Antonio Chedraoui, patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía para México, Venezuela, Centro América y el Caribe, celebró su cumpleaños en grande, reunió alrededor de dos mil personas, entre políticos y empresarios. Sería la última vez que el patriarca —un cargo equivalente a arzobispo— Chedaroui reuniera a tanta gente para festejar su nacimiento, pues un año después, en 2017, tuvo que cancelar la celebración de su cumpleaños 85, por problemas de salud. Nació un mes de enero de 1932 en la Ciudad de Trípoli, Líbano. Proveniente de una familia humilde, a los 13 años, según relataba, supo que quería dedicar su vida al sacerdocio. Realizó sus estudios, hasta el Bachillerato en su país, posteriormente, acudió a la Universidad de Atenas, Grecia, donde estudió la Licenciatura en Teología y Filosofía. En 1958 recibió la Orden del Sacerdocio siendo nombrado Monseñor, y ocho años después fue consagrado Obispo, recibiendo el nombramiento de Vicario Patriarcal para México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe. Del PAN, del PRD, PRI, o cualquier extracción política llegaban cada enero a la reunión anual en la que también se daban cita gobernadores, diputados, senadores. En su cumpleaños 84, la lista de invitados incluía desde el Presidente —quien no acudió—, pasando por los gobernadores del Edomex, Eruviel Ávila y de Chiapas, Manuel Velasco. “Su cumpleaños se convirtió en un espacio de identificación y reconocimiento político de la élite política y económica del país. Y también era un espacio neutral a donde podían ir todos. Él era imparcial y consejero, lo que le otorgó el reconocimiento entre los poderosos”, considera el experto en religión Elio Masferrer.
Siempre mantuvo una postura conservadora en temas como el matrimonio igualitario y el aborto. Un día antes de su cumpleaños 78, se pronunció por acudir a los juzgados para pedirle a la SCJN que impidiera las uniones entre personas del mismo sexo, mientras que durante su celebración se refirió al tema como “una aberración”.  
Por Iván Ramírez y Ricardo Ortiz. Fotoarte: Allan G. Ramírez
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