A pesar de ser considerado un viejo recurso en propaganda política -antes con fotomontaje y ahora con programas como Photoshop-, alterar la imagen de un candidato para hacerla más atractiva e incluso amigable, es una falta de ética, porque engaña al electorado, aseguró Alejandro Byrd Orozco, especialista de la UNAM en comunicación social.
El académico de la FES Acatlán destacó que se trata de una práctica que se ha vuelto costumbre, lo cual, no significa que sea válida.
“Comúnmente se hace por vanidad, pero en una campaña se hace para com-prar conciencias y eso es mucho más grave, al construir una imagen que puede favorecer a un candidato, dejando de lado el contenido de un programa serio.
"Entonces, la venta de la imagen le pasa la factura a la ética. Resulta totalmente inválido, desde esa perspectiva. (...) Es un engaño que violenta el mensaje original;“no presenta al candidato como es, sino mediante una imagen que siempre va a ser una versión fragmentada y caricaturizada”, dijo.
Por Leticia Ríos
Miércoles 11 de Diciembre de 2024