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El negocio de los reos y custodios

NACIONAL

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Los reos de los Centros Penitenciarios de la Ciudad de México deben generar ganancias tanto para ellos, como para otros internos y custodios, para poder sobrevivir. Todo cuesta, dijeron internos del Reclusorio Sur, y debido a que distintos grupos de la población son los que ejercen el auto gobierno o cogobierno, como ha señalado la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), se han generado prácticas como la extorsión. Así lo comentó Pedro quien tiene un equipo telefónico por el que tuvo que pagar 2 mil 500 pesos, además de 100 pesos para que no se lo quiten y poder conectarse a internet donde supuestamente hay inhibidores de señal. “Pues mira todo tiene precio, dormitorios, comida, agua, luz, teléfono, todo te cobran, pues obviamente hay personas que pertenecen a ciertos grupos, que son las que cobran”, dijo a El Heraldo de México.   Para obtener dinero rápido se aborda a los recién ingresados: “Cuando tú llegas a ingreso, los mismos custodios son los que se encargan de darle tus datos a los internos que te van a ver por primera vez para que te comiencen a extorsionar, a pedir dinero, porque ya saben de dónde vienes, por qué vienes, quién es tu familia”. Pedro comentó lo anterior mientras escuchaba una canción de Rocío Durcal en un modular por el que tuvo que pagar 300 pesos para su ingreso; estaba en su celda iluminada, con cobijas y almohadas , lo que le cuesta más de 100 pesos diarios de manutención. “Todo es negocio de los mismos internos, pero todo lo que se genera de eso llega al comandante, porque él es el que da permiso de que esas bandas o esos grupos de personas hagan es tipo de jugadas”, comentó. Con la comida también se hace negocio, sobre todo si alguien no quiere el “rancho”, los alimentos proporcionados por la institución. “Si quieres una comida más o menos cocinada ya te la cobran; ahora que si eres payo, como le dicen aquí, ser un payo es tener la posibilidad de irte a un puesto y comprarte una comida corrida, unos tacos, unas gorditas que es lo que más abunda por aquí; también hay tortas”, relató. Por Ricardo Moya

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