Un grupo de civiles emerge de un vehículo blindado, con algunos enseres en la mano, un perro y un gato. Después de meses bajos las bombas en Bahamut, decidieron finalmente abandonar el epicentro de los combates en el este de Ucrania.
Al llegar a Chasiv Yar, una ciudad ucraniana también bombardeada por las fuerzas rusas, Liubov llora con su chihuahua Margot en brazos.
"Deberíamos habernos ido antes. Creíamos que todo esto no podía llegar a ocurrir", dice la mujer.
Desde el pasado verano boreal, las fuerzas rusas tratan de ocupar Bahamut, una ciudad con 70 mil habitantes antes de la guerra.
Miles de personas se quedaron allí a pesar de los sangrientos combates callejeros y los ataques constantes del ejército ruso y el grupo paramilitar Wagner.
Los rusos aseguran haber llegado al centro de la urbe y el jefe de Wagner, Yevgeni Prigozhin, afirmó controlar la alcaldía y la ciudad en un sentido legal, una reivindicación rechazada por Kiev y no confirmada por Moscú.
"Estábamos en un sótano, no vimos a nadie", dice Liubov que no sabe cuántos civiles quedan en Bahamut.
La unidad de soldados ucranianos que evacuó al grupo recorrió en media hora los 17 kilómetros hasta Chasiv Yar. La mujer espera poder instalarse en Járkov, la segunda ciudad de Ucrania, en el noreste del país y a algunos kilómetros de la frontera rusa.
De momento, ella y los compañeros pasarán la noche en un centro de acogida para personas desplazadas en Kostyantynivka, a 20 kilómetros de distancia, dijo un soldado.
Y es que Chasiv Yar está lejos de ser un oasis de paz. Poco después de la salida de los refugiados, un obús pasa silbando por encima de las cabezas de los periodistas, por donde circulan tanques y blindados ucranianos desde o hacia el frente.
En Bahamut es la guerra, comenta fumando un cigarrillo un soldado que ha participado en la evacuación del grupo de civiles, compuesto por dos familias y una mujer sola.
Según el militar, que solicita anonimato, es difícil estimar cuántos habitantes viven en los sótanos, pero estima que entre mil y 5 mil. Las fuerzas armadas no los buscan activamente, algunos salen y dicen que quieren irse.
Otro soldado, con el rostro manchado de barro, explica que es la segunda vez en una semana que su unidad extrae civiles de Bahamut. Según él, los que se quedaron esperaban que todo iría bien.
"Pero es una batalla por cada edificio. Las opciones de que su domicilio quede intacto son muy bajas", dice.
A pesar de los combates, el acceso a la ciudad por parte de los militares ucranianos todavía es fácil, dice otro militar, que refuta la reivindicación del jefe de Wagner.
"Plantar una bandera no quiere decir que hayan tomado la ciudad. La situación está bajo control. En nuestro sector, el enemigo intentó pasar a la ofensiva, pero tuvo pérdidas. Alrededor de treinta de ellos están muertos. En nuestro sector ya no intentan nada", asegura el soldado.
Pero incluso si Bahamut cae, la retomaremos, insiste el militar, que cita el ejemplo de Jersón, una gran ciudad del sur reconquistada en noviembre a los rusos.
Con información de AFP
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