Adrineh Simonian, una mezzosoprano austriaca dejó atrás 14 años en el solemne mundo de la música clásica y apostó por el cine para adultos.
La mujer dejó la lírica para dedicarse a producir películas para adultos, pues en la lírica sentía frustración por no poder dejar fluir su creatividad y por las condiciones de trabajo en el sector, "un nido de víboras", aseguró.
"Revolucionaria", "fascinante" son algunos de los calificativos que dedica la prensa vienesa a la aventura de Adrineh Simonian, de 48 años de edad.
La mezzosoprano interpretó Carmen en la Ópera Popular de Viena y deslumbraba desde el público de Niza o Múnich, pero eso lo dejó por una nueva ambición: cambiar la imagen de la industria del cine para adultos.
La otra cara de cine para adultos
La revelación llegó durante una conversación en la que una simple mención del universo "porno" provocó miradas incómodas.
"No entendía por qué una cosa tan banal como el sexo era tabú y me dije que tenía que meterme en ello", explica a la AFP en su apartamento de mobiliario antiguo en el centro de Viena.
Desde que dio el salto hace siete años, con el apoyo de su marido y conocido barítono Wolfgang Koch, Simonian presentó 80 producciones grabadas por ella o por asociados suyos, accesibles desde el año pasado en su página web de pago.
La ex mezzosoprano tiene la intención de aportar a la industria películas que no giren únicamente en torno al deseo del hombre. "Lejos de los clichés y el estigma" de una industria marcada por las acusaciones de machismo, explotación y abuso, "yo quiero mostrar otra cara de la pornografía", afirma.
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En sus historias no hay guión. Sus protagonistas suelen ser parejas de verdad, que no actúan y hacen el amor sin instrucciones.
El debate ético del cine para adultos
Laura Meritt, especialista alemana en este movimiento y fundadora de un premio que recompensa las producciones feministas en Europa, alaba el "estilo muy estético" de las piezas de Simonian y celebra el debate ético en la industria.
Sin embargo, el camino del cine para adultos alternativo sigue sembrado de obstáculos. Los internautas se dicen dispuestos a pagar para evitar el maltrato y la precariedad, pero "en realidad, son todavía pocos quienes lo hacen", lamenta Meritt.
Incluso entre los círculos feministas, algunas reclaman la prohibición de la pornografía, que ven como degradante para las mujeres.
Simonian, que nació en una familia armenia conservadora y acomodada que dejó Irán antes de la revolución de 1979 para empezar de cero en Europa, no alberga dudas.
"No tengo ningún arrepentimiento, justo lo contrario", dice la realizadora que ve muchas conexiones entre su vida de antes y la actual.
"La ópera habla del amor, que es celoso, que se equivoca". Asegura que no hay más que emoción y es lo mismo en el cine para adultos, aunque haya personas que pasaron de la admiración a la cantante lírica a la perplejidad ante la productora de películas para adultos.
Con información de AFP.
RMG