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Coronavirus en Centroamérica: Política se impone a Covid-19

MUNDO

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Decenas de médicos, científicos, epidemiólogos y profesionales de la salud se han puesto —sin pretenderlo del todo— el traje de la disidencia ante Gobiernos que se permiten desoír, censurar o dar la espalda a especialistas preparados para enfrentar una crisis que exige acciones con base en datos comprobados y no en ocurrencias o intereses políticos.

A esa conclusión, llegó el equipo de periodistas de Conexión Centroamericana, al buscar respuestas al papel de los científicos en la pandemia por COVID-19, en Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

La región que conecta a las “Américas” se queda en un gris, muy borroso, entre las descomunales cifras de contagios y muertes de Estados Unidos y las abrumadoras imágenes de cuerpos en las calles en países, como Brasil, Perú y Ecuador.

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El istmo centroamericano no escapa de estas crudas escenas ante una pandemia que parece lejos de resolverse y donde los gobiernos miran de reojo a los investigadores quienes se organizan para informar y proponer desde la disidencia.

De hecho, el personal médico está agotado, físicamente por enfrentar a la pandemia con medios precarios, pero también por la que algunos denuncian como sordera institucional a sus afanes. La llegada del virus activó encuentros y desencuentros del gremio médico-científico con las autoridades quienes, en su mayoría, prestaron oídos sordos a sus recomendaciones —Costa Rica mostró un mayor equilibro entre estos actores—.

Al cierre de edición, el 25 de julio, la crisis sanitaria sumaba 115.591 casos acumulados con 3.393 decesos, según los datos oficiales de cada nación —la cantidad sube a 120.907 enfermos con 5.634 fallecidos con los datos de grupos independientes de Nicaragua, dado los inciertos números de su Gobierno—. 

Para los primeros días de agosto ya eran más de seis mil muertos y 210 mil casos confirmados.

"Estamos viendo una imagen borrosa de la pandemia, con el rabillo del ojo (…) Además de no informar a la población, se pone en duda si las decisiones de gobierno tienen sustento técnico”, afirmó Karin Slowing, una analista independiente y extitular de la Secretaría General de Planificación y Programación de Guatemala.

En El Salvador prevalecieron también criterios políticos. Hasta julio, el Gobierno se negaba a conformar mesas técnicas de especialistas y a escuchar otras opiniones. Incluso, el Presidente optó por desprestigiar a las voces disidentes.

“La Asociación Salvadoreña de Infectología ha puesto a disposición sus conocimientos y colaboración; pero, desafortunadamente, no hemos sido llamados. Aquí, ha prevalecido el criterio político, en un 80%, y el médico-técnico, en un 20%”, sostuvo su presidente, Mario Gamero. 

En Nicaragua el infectólogo Carlos Quant, uno de los cinco especialistas en los hospitales públicos del país, fue despedido por explicar el uso del cubrebocas a través de un video viral.

https://youtu.be/0cTDNBVAnXM

El gobierno del presidente Daniel Ortega apuesta a la llamada "inmunidad de rebaño", dijo. “Ocurrirá como con las epidemias del dengue, el chikungunya y el zika: se agotaron los susceptibles a enfermarse y, así, se contuvieron estas epidemias; pero, el COVID-19 es más letal, tristemente, esto va significar muchos muertos”, auguró.

En Costa Rica, el problema sanitario entró ya en su segunda etapa, luego de un relativo éxito en la primera. Pero el coordinador académico de la Maestría en Epidemiología de la Universidad Nacional de Costa Rica, Juan José Romero, consideró que el Gobierno adelantó la apertura económica y obvió los cordones sanitarios.

La población comenzó a salir, a irse de fiesta, se quejaron los especialistas, mientras el problema era visto como uno fue considerado como uno de los migrantes, en especial los trabajadores indocumentados nicaragüenses en el norte del país.“Mucha gente creyó que esto no era un problema de los costarricenses, sino de los migrantes, entonces, puedo hacer lo que quiera, puedo salir, irme de fiesta, en fin”, dijo.

A tal postura el demógrafo Luis Rosero sumó haber dejado de lado el uso de mascarillas, por lo cual abogó por meses, debido a la evidencia sobre el impacto positivo de esa medida —su uso fue obligatorio hasta finales de junio—. 

En Guatemala y Costa Rica, el organismo ha asesorado a sus gobiernos en momentos claves; en el primer país, en la elaboración de un tablero de datos para su reapertura económica.

En el caso costarricense, el 11 de junio, el Gobierno presentó el llamado Plan de Cooperación Sanitaria para la Zona Norte, fronteriza con Nicaragua, con la participación de las Naciones Unidas —incluida la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El incremento de casos de COVID-19 ahí obligó a una fuerte vigilancia de fronteras e inspecciones laborales y sanitarias en empresas agrícolas.  

En Nicaragua, el gobierno de Daniel Ortega pregonaba contar con el respaldo de OPS en sus acciones contra la pandemia. 

https://twitter.com/VinicioCerezo/status/1238331265784467456?s=20

De hecho, durante las primeras semanas, este organismo mantuvo una cauta postura respecto al actuar de las autoridades. El 7 de abril, OPS dio un giro cuando su directora, Carissa F. Etienne, expresó preocupación por la situación de ese país.

“Nos preocupa la falta de distanciamiento social, la convocatoria de reuniones masivas. Nos preocupan los exámenes, la trazabilidad de los contactos y la notificación de casos. También, nos preocupa lo que vemos como una prevención y control de infecciones inadecuados”, indicó Etienne.

Por su parte, el representante de la OPS en El Salvador, Carlos Garzón, aparece sentado, en silencio, cuando el mandatario, Nayib Bukele, ha dado conferencias de prensa con temas muy álgidos, de corte político y no sanitarios.

“La OPS es un ente técnico de todos los países miembros, trabajamos con los gobiernos brindando un paquete de recomendaciones sanitarias; las cuales cada país revisa y adopta (…) nuestros delegados están ahí, en cada una de sus naciones, junto a los gobiernos para garantizar el apoyo técnico necesario”, sostuvo con el vocero de OPS, Marcos Espinal, quien dijo con más énfasis la frase “apoyo técnico”.

Técnico, médico, científico, en tiempos de COVID-19, todo pasa por lo político; en Centroamérica; quienes logren la mejor dupla, saldrán más rápido de esta cuarentena.

En marzo, estos países registraron sus primeros casos importados del virus SARS-CoV-2, causante de la infección respiratoria COVID-19; dos meses después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) describiera que un nuevo tipo de coronavirus era el causante del brote de “neumonía atípica”, reportado el 31 de diciembre por China.

La llegada del virus activó encuentros y desencuentros del gremio médico-científico con las autoridades quienes, en su mayoría, prestaron oídos sordos a sus recomendaciones —Costa Rica mostró un mayor equilibro entre estos actores—.

Este proyecto forma parte de la serie historias sin fronteras realizado por los reporteros Marcela Cantero, Beatriz Benítez, Evelyn Boche y Moisés Martínez, bajo la edición de Iván Carrillo. Fue posible gracias al apoyo de la organización periodística, InquireFirst, y el Departamento de Educación Científica del Instituto Médico Howard Hughes.