Italia: en total soledad, tras la llegada del Coronavirus

Roma en tiempos del coronavirus nos ha llevado a cambiar nuestras rutinas y formas de enfrentar, combatir y de vivir una cuarentena, que no es sinónimo de vacaciones, se tiene que permanecer en casa para no agravar aún más la situación.

Antes de que comenzara toda esta situación, la fila en el supermercado se hacía al medio día, sin guardar distancia entre los usuarios. Hoy hay que ir a las nueve de la mañana para evitar la fila en la calle, esperando que indique el personal de la tienda si se puede entrar o hay que esperar para evitar las aglomeraciones. Al entrar te dan guantes de plástico que es obligatorio utilizar.

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Camino con el doble de bolsas de lo que se acostumbra comprar, no tanto por pánico o escasez de productos, sino para evitar la fila y la espera silenciosa, pareciera como si en este tiempo estuviese prohibido hablar, no hay ánimo para intercambiar algún tema que no sea estar atento a las medidas sanitarias.

Mientras se acomoda la despensa, se ve en los balcones donde los vecinos se dedican a reparar los marcos de sus ventanas, el paisaje de las sábanas colgadas es constante durante la semana.

El paisaje de las sábanas colgadas es constante. Foto: Pablo Esparza

Seguramente esta cuarentena llevará a muchas personas a formarse como chefs, para aquellos que no acostumbraban cocinar, hoy lo tienen que hacer porque los restaurantes están cerrados.

Son las tres de la tarde, como fotoperiodista salgo a la calle para caminarla, para dialogar con el Sanpietrini, el suelo romano que es el único que me responde a cada paso que doy.

Los puntos culturales están desolados porque el turismo frenó. Foto: Pablo Esparza

Tomo el Metro cerca de casa para dirigirme al centro, recuerdo al guitarrista que siempre estaba cantando para ganarse la vida, hoy su guitarra permanece en casa. 

Cuando llega el Metro, es fácil contar el número de pasajeros que vienen en él, sólo con la  necesidad de salir de casa por  trabajo o motivos de salud,  pero siempre con el permiso que se debe firmar en presencia de la Policía teniendo la justificación de estar en la calle. El que viaja en ese medio de transporte, tiene prohibido estornudar o toser, el que lo hace, lo acribillan con la mirada y se alejan de esa persona.

No hay grupos de turistas que interrumpen la quietud. Foto: Pablo Esparza

Al salir de la estación Flaminio, que se encuentra en Piazza del Popolo, preparo mis cámaras fotográficas para comenzar mi labor, documentar un paisaje vacío donde sólo abundan las patrullas que vigilan las calles, donde te detienen continuamente los policías para preguntarte por qué estás en la calle y no en casa.

Inicio mi recorrido y me he detenido a fotografiar palomas y gaviotas que son las que abundan en este desierto, miro las esculturas de las plazas con sus mitologías y dioses que han formado parte de la vida de una ciudad de más de 2000 años de antigüedad, qué pensarán, qué dirían a todo esto, adónde se fue el río de gente que navegaba en la ciudad eterna.

Los comercios lucen cerrados debido a la contingencia. Foto: Pablo Esparza

No hay sonrisas, ni tiempo para selfies,  las plegarias y rezos se llevan en casa, las iglesias permanecen en su mayoría cerradas, entré a la iglesia de San Giacomo que se ubica en Via del Corso, en Roma, y permanecí por 15 minutos en silencio, no hay grupos de turistas que interrumpen la quietud de un templo con sus cámaras y guías. [nota_relacionada id=921121]

Decido caminar esta avenida hasta el Altar de la Patria y continuar por la Via del Foro Imperial, son las seis de la tarde y a la lejanía escucho el himno de Italia, que en estos días se ha entonado a esa hora desde cada balcón de los habitantes de Roma, Italia  está unida.

Las principales plazas lucen desiertas. Foto: Pablo Esparza

La luz se ha extinguido, espero mi autobús en el Foro Imperial, 20 minutos de esperar al chofer y un pasajero, evito tocar cualquier tubular del transporte, aunque traigo conmigo mi gel antibacterial, guantes  y cubrebocas, me mantengo alerta y disciplinado.

El silencio de las calles desgasta, no se puede estar tranquilo por la gran incertidumbre que se vive, incomodo y solitario,  se camina  en algo impensable, Roma sin personas, sin turistas. Los periodistas, policías y gaviotas es lo que habita en la calle. 

La gente que sale a la calles tiene que ser autorizada por la Policía. Foto: Pablo Esparza

Son las siete de la tarde, entro a casa y me lavo las manos a conciencia, me preparo a escribir la crónica y editar las fotos.

 Los italianos han tomado con disciplina los decretos del gobierno, desean que empiecen a disminuir los contagios,  aterradoras las noticias que se dan principalmente en Lombardia, donde ya no hay espacio para las personas contagiadas, una iglesia se utilizó como cámara mortuoria, hacen falta doctores, enfermeras; realizo llamadas con la comunidad mexicana residente en Italia, termino de trabajar.

Es tiempo de encerrarse en casa, llamar a los amigos de Italia, hoy se hacen más videollamadas, les pregunto cómo están, me responden que bien, los estudiantes toman clases en línea,  hoy tal vez Netflix es lo más visto en Italia, hoy  se organiza el armario para tirar cosas que ya no usaban desde hace mucho tiempo, hoy es tiempo de vivir y disfrutar de estar en casa, y saber que todo estará bien.

Palomas y gaviotas que son las que abundan en las calles. Foto: Pablo Esparza
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POR PABLO ESPARZA

CORRESPONSAL EN ROMA

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