EL VATICANO

Papa Francisco: La oración es el centro de la vida

Explicó que al hacer oración se va adquiriendo un “espesor’’, ya que se inicia con algo “sutil”, pero poco a poco va adquiriendo peso

MUNDO

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Francisco pidió a las personas que recen con el corazón. Foto: Pablo Esparza

El Papa Francisco durante la Audiencia General celebrada en el Aula Paula VI, continuó con el ciclo de catequesis basada en la oración, a la que se refirió  que ésta, “es el centro de la vida’’, añadiendo que “la oración no es un calmante para aliviar las ansiedades de la vida; o, de todos modos, una oración de este tipo no es seguramente cristiana. Más bien la oración responsabiliza a cada uno de nosotros. Lo vemos claramente en el “Padre nuestro”, que Jesús ha enseñado a sus discípulo’’.

El Obispo de Roma explicó que al hacer oración se va adquiriendo un “espesor’’, ya que las personas al inicio empiezan con algo “sutil”, pero poco a poco va adquiriendo peso.

“Como si Dios la tomara en sus manos y la transformase. El peor servicio que se puede prestar, a Dios y también al hombre, es rezar con cansancio, como si fuera un hábito. Rezar como los loros. No, se reza con el corazón”.

Francisco añadió  que  existen oraciones falsas sólo para ser “admirados por los otros”, que sólo el verdadero espíritu de la oración es sincero.

“Esos que van a misa solamente para demostrar que son católicos o para mostrar el último modelo que han comprado, o para hacer una buena figura social. Van a una oración falsa. Pero cuando el verdadero espíritu de la oración es acogido con sinceridad y desciende al corazón, entonces esta nos hace contemplar la realidad con los ojos mismos de Dios”.

Nuevamente el Papa Francisco antes de iniciar la Audiencia, pidió a los fieles que comprendieran que no podía acercarse a saludarlos como lo hace habitualmente por  la propia seguridad de ellos de evitar las aglomeraciones.

“En vez de ir cerca de ustedes y darles la mano y saludar, nos saludamos desde lejos, pero saben que yo estoy cerca de ustedes con el corazón”.

Por Pablo Esparza / Vaticano