El año 1978 quedó marcado como uno de los episodios más conmocionantes en su historia. Aquel año dos papas habían muerto, el primero por problemas de salud, el otro por razones desconocidas; hasta hoy.
La mañana del 28 de septiembre una monja intentó despertar a Juan Pablo I, quien sólo 33 días antes había reemplazado a Pablo VI. La religiosa, cuyo nombre nunca fue divulgado, fue la primera en darse cuenta; el Papa había muerto.
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Sin problemas de salud y sólo con un té, antes de dormir, el líder de la iglesia católica se fue a dormir, pero nunca despertó. 18 días después, asumiría el cargo el cardenal polaco Karol Wojtyla, quien tomó el nombre de Juan Pablo II.

A pesar de que ya existía un nuevo líder, la noticia aún conmovía a propios y extraños. Las sospechas sobre un asesinato crecían con el paso de los días, mientras que los pasillos de San Pedro se mantenían en completo hermetismo.
41 años después, un sicario de origen italiano, de nombre Anthony Luciano Raimondi, confesó que participó en el supuesto homicidio del Papa; esto a través de su libro When The Bullet Hits The Bone (Cuando la bala golpea el hueso).

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Raimondi explicó cómo fue aquella noche y las anteriores, pues estudió cada uno de los pasado del jefe de la Iglesia Católica en Roma.
El asesinato se ordenó desde la cúpula del Vaticano
Todo comenzó cuando su primo, el cardenal Paul Casimir Marcinkus, lo llamó a una reunión secreta.
Casimir dirigía entonces el Instituto para las Obras de Religión, mejor conocido como Banco Vaticano. A su control tenía miles de millones de dólares entre 1971 y 1988.
De acuerdo con el sicario, el “padrino” Lucky Luciano, el asesino tuvo acceso a los muros del diminuto estado gracias al cardenal banquero. Allí, estudió cada uno de los repetidos pasos y rutinas del Sumo Pontífice quien representaba una amenaza para las finanzas de la institución dirigida por Marcinkus.
“Estaba parado en el pasillo fuera de las dependencias del Papa cuando se sirvió el té”, escribió en el libro Raimondi.
Dentro del té sirvieron una alta cantidad de Cianuro, tanta que la víctima no podría haberse movido “incluso si hubiera habido un terremoto”.
“Había hecho muchas cosas en mi tiempo, pero no quería estar allí en la habitación cuando mataron al Papa. Sabía que eso me compraría un boleto de ida al infierno”.

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Según narra el hombre, el encargado de colocar el cianuro en la bebida de Juan Pablo I, fue el cardenal Marcinkus.
“Cuando terminó de hacer su trabajo, cerró la puerta detrás de él y se fue”.
Varias horas después, cuando la religiosa lo encontró muerto, desfilaron un sinfín de personas, entre ellos Marcinkus.
El Sumo Pontífice falleció, según el parte médico, por un ataque al corazón. Una probabilidad más elevada en personas de la tercera edad, el Papa tenía 65 años.
A Luciani, el verdadero nombre del Papa, lo asesinaron porque estaba decidido a exponer ante los fieles los escándalos financieros que involucraban al Banco Vaticano. Aunque nunca logró hacerlo.
También querían asesinar a Juan Pablo II
Los autores intelectuales del supuesto crimen de Juan Pablo I también tenían planeado terminar con la vida de su sucesor, Juan Pablo II.
Porque también lo consideraban una amenaza. Pero él no quiso ser parte de un segundo magnicidio.
“¿Qué van a hacer? ¿Matar a todos los papas? Les preguntó el papa", contó el sicario.
Cierto o no, la amenaza contra el Papa no prosperó porque Wojtyla se convirtió en uno de los pontífices más longevos y amados en la historia del catolicismo.
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¿"El Padrino" basado en este asesinato?
Llama la atención que el particular relato del autor de When The Bullet This the Bone recuerda a una de las escenas más icónicas de la película El Padrino III cuando un papa muere en circunstancias muy similares.
Mientras Raimondi asegura que este es un hecho real, la Iglesia Católica nunca ha confirmado esa información.
Por: Redacción Digital El Heraldo de México
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