Una mancha de basura de más de tres kilómetros de largo flota en el mar Caribe, cerca de la isla de Roatan y frente a las costas hondureñas. De redes de pesca descartadas a pedazos de silla, de trozos de caja y desechos químicos a restos de plásticos milimétricos, millones de toneladas de basura llegan a los mares y muchas de ellas se concentran en modernos equivalentes del Mar de los Sargazos.
La mancha de desechos es un sitio de temor, pero no por la existencia de criaturas desconocidas sino por su impacto en la ecología de las regiones marinas donde se encuentran y más allá.
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Y en el caso de la que está cerca de la isla de Roatán o el recién detectado en las costas de Bali, en el archipiélago indonesio, porque grandes como son, resultan apenas un mero manchón cuando son comparados con los cinco grandes basureros flotantes detectados en el mundo. Pero al mismo tiempo es un fenómeno relativamente nuevo, tanto que el último de los super basureros flotantes fue descubierto hacia 2010 primero por deducción y luego verificación a base de seguir los llamados gyres o sistemas de corrientes marinas rotativas.
De acuerdo con por lo menos un cálculo, cada año entran al océano unos ocho millones de toneladas de plástico en las formas más diversas. Desde redes y sillas hasta trozos microscópicos. En algún caso se han podido detectar pedazos de plástico de 1977 y otros, tan recientes como 2010.
Un estudio de la organización estadounidense National Geographic en 2015, registró que ya había entonces tanto como 5.2 millones de millones de pedazos de plástico de todo tamaño. Pero especial y gravemente micrométrico.
La contaminación resultante es enorme, consigna la organización no gubernamental holandesa Ocean Cleanup (Limpieza del Océano), según la cual en algunas regiones la densidad de basura es superior a la de la vida marina, sin contar las partículas de plástico portadoras de desechos químicos que entran a la alimentación de peces y moluscos y de esa forma indirecta tal vez, a la de seres humanos. Dicho de otra forma, bien podría afirmarse que hay basura suficiente para tapizar cada metro de costa en el mundo.
Siempre de acuerdo con la organización, los ríos vierten anualmente en los océanos entre 1.15 y 2.41 millones de toneladas de basura plástica.
La mayoría de los 20 ríos más contaminantes están en Asia. En todo caso, los puntos de concentración de basura no se dan por casualidad. Son regiones donde confluyen corrientes marinas y donde esas aguas transportan además desechos químicos e industriales.
Uno de ellos, entre la costa de California y las islas de Hawái, en el océano Pacífico, tiene un tamaño equivalente al de Texas (695 mil kilómetros cuadrados), de acuerdo con la organización Five Gyres, dedicada a evaluar la conservación de los mares.
Pero mientras el tipo de basura en esos sitios -el Caribe y el Pacífico norte- los hace fácilmente visibles, los desechos microscopicos, presentes en los otros los hace mas difícil de distinguir. Si en aquellos se trata de plásticos y químicos, en los otros son fundamentalmente partículas milimétricas.
El ubicado en el Pacífico sur entre Australia y las costas de Sudamérica, puede ser ejemplo en ese sentido. Está formado sobre todo por fibras microscópicas y otros de ínfimo tamaño, sumergidas en las llamadas aguas pelágicas (mar abierto), en un área que, según reportes, abarcaría hasta dos millones de kilómetros cuadrados, o sea una superficie como la de México.
Esa composición guarda sin embargo similitudes con la encontrada en el basurero sito en el océano Indico, al sur de India y entre Australia y Mauricio. Y están por supuesto los basurales en el Atlántico norte y el Atlántico sur.
El primero puede estar a la deriva, a merced de algunas oscilaciones de la corriente de El Niño, en el Pacífico, pero que según la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA, por sus siglas en inglés) tiene impacto en el Atlántico.
La concentración en el Atlántico sur, entre Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y la isla de Tristan da Cunha, fue descubierta hace siete años y están bajo estudio. Pero la preocupación más inmediata, por lo pronto, está en la concentración de basurales menores en sitios vacacionales, como la isla Roatán en el Mar Caribe o en aguas de Bali, en el océano Índico.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
Sábado 14 de Diciembre de 2024